La historia se repite cada año, en Oviedo, como en el resto de Asturias y de España. La festividad de Todos los Santos, que se celebra mañana, es el momento de visitar los cementerios y de paso, limpiar, acondicionar panteones, colocar flores y también dar un repaso a las instalaciones..

El cementerio municipal del Salvador lleva ya semanas de intensa actividad. El trasiego de personas que acuden a limpiar y colocar velas es constante en estas fechas. Y aunque cada vez más los que, por falta de tiempo, encargan las tareas de conservación, muchos otros prefieren hacerlo personalmente, es casi un ritual, una especie de homenaje póstumo a los seres queridos, casi el único que ya se les puede brindar cuando falta su presencia física.

Así lo consideran quienes como Leticia Sanlés, se afanaban ayer en limpiar el panteón, prestando especial atención a todos los detalles, entre ellos, el pulido de los floreros, sobre los que colocar esas pequeñas ofrendas. "Me parece muy bien mantener esta tradición, es una muestra de respeto y cariño", opina Sanlés. Muy cerca, varios operarios adecentaban las calles del campo santo, dando los últimos retoques para que todo esté perfecto en esa jornada en la que el cementerio bate cada año récords de visitas,. "También es cierto que muchas personas vienen asiduamente todo el año, sobre todo cuando tienen reciente el fallecimiento de un familiar o amigo", asegura otra de las personas consultadas.

El cementerio ovetense data de 1885 y en él destacan los dos pórticos: el de la zona civil, obra de creación de Javier Aguirre, apoyado en columnas de estilo dórico, a imitación de un templo griego y el del cementerio religioso, firmado por Juan Miguel de la Guardia, con cinco arcos. La avenida central se extiende entre el pórtico y la capilla. En ese punto se ubica el gran panteón de la familia Masaveu, de Nicolás García Rivero, con un templete y la escultura del ángel con trompeta, de Cipriano Folgueras.

El monumento fúnebre al Cabo Noval, realizado por Víctor Hevia es otro de los enclaves destacados en el recinto, que también recibe visitas de curiosos y aficionados a los monumentos funerarios. El primer cementerio de la ciudad fue el de "San Cipriano", ubicado entre las actuales calles Leopoldo Alas y Muñoz Degraín, que se usó desde 1809, más de medio siglo. El actual camposanto se hizo a partir de un proyecto del arquitecto municipal, Patricio Bolumburu.