Arturo Arbesú García tiene grabada a fuego la fecha en la que el Banco de Langreo abrió sus puertas. Fue el 4 de octubre de 1964. "Éramos siete empleados fundadores nada más. Luego estaban los que ponían el capital, claro. ¡Un banco nuevo! Figúrese, fue todo un acontecimiento en Sama al que asistieron hasta las fuerzas vivas. En fin. Otros tiempos". Cincuenta y un años después, Arbesú es el presidente de honor de la Asociación de Jubilados del Banco de Asturias (Jubanastur) y explica minuciosamente a sus interlocutores la historia de aquel banco que en 1974 pasó a tener la oficina central en Oviedo y a llamarse de Asturias, para luego convertirse en Sabadell, y por último en Sabadell-Herrero.

Treinta y dos personas del centenar que forman Jubanastur celebraron ayer la fiesta del patrón de la banca, San Carlos Borromeo, con una comida de confraternización. La reunión es una de las actividades que sus miembros organizan periódicamente desde 2002, cuando buena parte del personal del Banco de Asturias se jubiló. "Viajamos mucho y hacemos visitas culturales. Por ejemplo, hemos estado en Cantabria, León, Valencia o La Rioja". Lo contó muy orgulloso el presidente de Jubanastur, Luis Manuel Suárez Yebra, que hizo de anfitrión con sus hermanos de banco antes de sentarse a la mesa.

Así, llegaron en un goteo Manuel Fernández ("mejor llámame 'Pegu' porque todos me conocen así"), Juan Cima , José Antonio Fernández, Ismael Díez, Carmen Rosa Muñiz, Ángeles Muñiz o Ramón Calvo, entre otros.

El principal tema de conversación, como no podía ser de otra manera, fueron los bancos. Sobre todo el cambio que han sufrido en los últimos cincuenta años. Cuando Arbesú hablaba, el resto asentía: "Con siete personas el banco funcionaba, pero de otra manera. Luego, en los años noventa llegó a haber casi 400 trabajadores en la plantilla". El presidente honorífico de Jubanastur, que prefiere no revelar su edad ("oye, si no lo pones, mejor"), extiende los brazos para representar "el enorme libro de contabilidad que manejaba yo en mis tiempos. Apuntaba las cifras a mano en las columnas del 'debe" y el 'haber', Era un trabajo tremendo, pero aún así el trato era mucho más directo entre el trabajador y el cliente".

Suárez Yebra le da la razón. "Hoy en día se ha perdido la cercanía y la confianza entre las partes. Poca gente tiene a su banquero de confianza y se hacen las gestiones de forma impersonal".

Muñiz, una de las pocas mujeres de la Asociación de Jubilados del Banco de Asturias (apenas hay una quincena entre los más de cien asociados), vio el lado positivo de la actualidad bancaria. "Hombre, mejor que trabajar con aquella máquina... ¿Cómo se llamaba? 'Computronic'. Madre mía, menuda calculadora era aquella. Iba a pedales".

Al final, entre plato y plato, Arbesú dejó con la boca abierta a todos. "Pues yo hago mis gestiones on-line. Y tan bien".