El conflicto, entendido como un choque de intereses legítimos entre dos partes, ocupa gran parte de la vida, que dedicamos a gestionar desacuerdos. Por tanto, desarrollar habilidades para negociar y conseguir acercamientos es una tarea más que recomendable que nos permite, además, mantener, e incluso fortalecer, la relación con las personas que por diversas causas, juegan un papel importante.

Con cierta frecuencia, el conflicto viene precedido de una crítica, que dicho sea de paso, no siempre estará bien enunciada. Si tuviéramos que preparar estrategias concretas de respuesta ante una crítica para evitar un posible desencuentro, sería importante atender a dos variables: la relación que existe entre las partes, o personas implicadas, y el grado de verdad que atribuimos a su opinión.

El procedimiento, por tanto, sería distinto si el desacuerdo se produce en el seno de una familia que si lo hace entre miembros de una comunidad, por poner un ejemplo. En el primer caso, además de evaluar el contenido de la crítica, se debe atender al objetivo de no deteriorar la relación afectiva con la persona .

En ocasiones, nuestro sentido común con su buen criterio, nos obligará a seleccionar bien las batallas en las que invertir energía y tiempo. Para esas veces, en las que no merece la pena enturbiar la relación, es conveniente emplear alguna de las siguientes estrategias: Si la persona es importante y consideramos que lo que nos dice es verdad, no hay más camino que dar la razón, lisa y llanamente. Sin excusas peregrinas que aviven el malestar, nada más apaciguador para nuestro crítico que sentirse legitimado en su causa.

Por el contrario si esa persona nos hace una crítica que consideramos falsa, conviene sacarle de su error con argumentos sólidos, intentando controlar el tono empleado, para no contaminarnos con una emoción "negativa" y dar una respuesta airada.

Sin embargo, en la mayoría de los casos la crítica será sólo relativamente cierta, porque derivará de un análisis incompleto de la realidad, atendiendo por diversas causas que sería imposible enumerar aquí, a una visión parcial de la misma, o una interpretación equivocada por nuestra parte, así que para evitar el farragoso debate de clarificar quién ve qué, podemos emplear algunas técnicas como el "Banco de niebla", que consiste en atender exclusivamente a la parte que consideremos verdad de todo el contenido expuesto, sería algo así como dar la razón pero sólo en la parte en la que estamos de acuerdo.

Imaginemos una madre o un padre llamando a su hijo recién emancipado y recriminándole: "Eres un irresponsable, no sé que andarás haciendo con tus amigos, anoche a las doce no estabas en casa.".

La respuesta que debería utilizarse en este caso sería: "Si, es verdad, ayer a las doce no estaba en casa". Nada más. Sin entrar a analizar el juicio de valor, ni la desconfianza implícita en la duda que expresa la cuestión.

También podríamos convenir con la posibilidad: "Si, puede que tengas razón", que viene a ser lo mismo que decir: "puede que no la tengas", pero suena mejor y en ocasiones el crítico, con esta respuesta, rebaja parte de su tensión. Otra respuesta posible en este sentido es: "bueno, ya lo pensaré". Emplea la misma estrategia que es reservarse la toma de decisión final y no añade más tensión en caso de que se esté fraguando una tormenta.

Por último también pueden pedirse aclaraciones cuando entendemos que la pregunta es ambigua: "¿qué quieres decir con que soy un irresponsable?", pero recordando que tanto en éste, como en todos los casos anteriores hay que tener especial cuidado con el tono de voz empleado, para que no se interprete como una reacción defensiva, sino, solamente, como una búsqueda de un planteamiento más preciso.

En resumidas cuentas, si lo que se ha dicho no es más importante que nuestra relación, dejarlo correr con alguna de estas opciones, quizás sea la mejor salida.