"Me decía que estaba muy bien, que era feliz con este hombre", explicaba poco después del macabro suceso Angelina Fueyo, empleada de un despacho de abogados situado en el edificio en el que se produjo el crimen, presuntamente a manos de su actual pareja. A ese despacho acudió María Isabel Márquez Uría hace unos años para poner en marcha los trámites de divorcio de su anterior pareja, el psiquiatra José Luis Sors. Con él tuvo un hijo, que los vecinos sitúan trabajando en Londres. "Son muy buena gente", apuntaba Fueyo sobre la fallecida y su presunto verdugo para añadir que "él era muy majo y ella muy agradable". "Nunca oí nada, ni voces. No montaron nunca ningún tinglado", terciaba María Bonilla, que desde hace dieciséis años trabaja limpiando el portal donde se produjo el asesinato.

Según confirmaron ayer fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), no existen denuncias previas por episodios de violencia de género entre la pareja. Tampoco consta que el detenido tenga antecedentes por esta clase de hechos, aunque, según fuentes cercanas a la investigación, sí los tiene por otro tipo de delitos. Estas mismas fuentes calculan que la pareja había comenzado su relación "hace unos seis años", aunque hay quien rebaja esta cifra a "cuatro años".

Según ha podido saber LA NUEVA ESPAÑA, el supuesto asesino realizó vida normal el sábado y el domingo, parando en varios locales de la zona para ver algunos partidos de la Liga de fútbol. Quienes alternaban con él lo califican como una persona "muy agradable, atenta y servicial, sobre todo con las mujeres", "elegante al vestir" y "con estudios universitarios". También apuntan que hace un tiempo "estuvo preocupado porque se había quedado en el paro" y que las únicas ofertas que recibió eran de fuera de la región. "Decía que no se quería ir de aquí", afirman. Al final, encontró un puesto de trabajo "en una oficina" y "volvió a sonreír".

La fallecida era hija de Domingo Márquez y de Esther Uría, que fue visitadora social de la Junta Provincial de Protección de Menores de Oviedo, y forma parte de una acomodada familia de cinco hermanos (tres chicas y dos chicos). Una de las hermanas fue profesora del colegio de los Jesuitas. El piso de General Zuvillaga -"una comunidad compuesta en su mayor parte por gente mayor del Oviedín del alma", explicaba ayer el hijo de una vecina- era propiedad de la víctima, que hasta hace unos meses había sido socia del Club de Tenis.

Al cierre de esta edición, el supuesto asesino aún no había pasado a disposición judicial y todavía se encontraba en dependencias judiciales donde estaba siendo interrogado. La Policía tiene derecho a retenerlo 72 horas.