La violencia sexual está presente en las guerras y en las sociedades que conviven en paz. No es una cuestión bélica sino de género. Esas son algunas de las observaciones que Itzíar Ruiz-Giménez hace sobre las agresiones sistemáticas a las mujeres en los conflictos armados en África y otras regiones del mundo y que ayer planteó en la inauguración del VI Encuentro sobre la Mujer en el África Subsahariana, organizado por la Fundación Pájaro Azul. La ponente de hoy es Fátima Djara Sani, autora del libro "Indomable" y que revisará en su conferencia las "claves culturales y los mitos de la mutilación genital femenina", a las 19.00 horas en el cibercentro municipal de La Lila.

-Las violaciones y las humillaciones sexuales a las mujeres en las guerras no son ninguna novedad.

-Allá por los años 90 surge un discurso en torno a los últimos conflictos de la guerra fría y la antigua Yugoslavia que habla del recrudecimiento de la violencia sexual en los espacios de conflicto armado y lo vincula a una revitalización de los elementos étnicos, tribales y religiosos. Pero los estudios feministas cuestionan que el uso de la violencia sexual como arma de guerra sea una novedad. Algo se consigue con aquel discurso, sin embargo, y es que hasta entonces el consejo de seguridad de las Naciones Unidas estaba ciego a la violencia de guerra y ahora se une a las mujeres y a los niños como necesitadas de especial protección en conflictos armados. Tras lo ocurrido en los Balcanes, las agresiones sexuales a mujeres fueron juzgadas por primera vez como crímenes de lesa humanidad.

-¿Las mujeres pueden librarse de su condición de víctimas?

-Al poner el énfasis en la violencia sexual se está reforzando el imaginario de que las mujeres son víctimas indefensas y eso contribuye a una pérdida del empoderamiento. Las mujeres no son individuos pasivos a proteger, son actores que están luchando en las zonas de conflicto.

-¿Cómo llegan a convertirse las violaciones sistemáticas en una estrategia bélica?

-Hay quien dice que en situaciones de caos y anarquía se disparan los instintos más primarios y eso refuerza el imaginario de que los africanos son salvajes, incontrolables. Hay feministas que afirman que la sexualidad no es algo innato sino una construcción cultural, así que hay que analizar la razón de esa cosificación de las mujeres. En medio de ese caos hay unos líderes que, por razones étnicas o por controlar los recursos naturales, ordenan a sus hombres que utilicen la violencia sexual y de guerra. La violencia sexual no es excepcional sino que se construye en tiempos de paz, de guerra, por el Estado... y tiene que ver con cuestiones de género.

-Habla de un discurso que las feministas hacen desde el Norte, ¿y las africanas?

-Ellas establecen diferentes estrategias: hay mujeres combatientes, en las estructuras de los movimientos insurgentes y, lo más importante, en todas las iniciativas locales de reconstrucción de país de una manera pacífica. En Sierra Leona y Liberia las mujeres crearon una plataforma para presionar e impulsar un proceso de paz. Ellas tienen sus propias agendas y están impregnadas por ideologías, grupos étnicos? El problema es la estructura de género, que hace que la presencia de mujeres sea mínima en las mesas de negociaciones de la comunidad internacional.

-¿Qué alcance tiene la violencia sexual en los conflictos armados abiertos?

-Es difícil saber el saber el número de fallecidos en una guerra y no tenemos registro de las mujeres violadas; primero, porque muchas no tienen acceso a los sistemas judiciales y segundo por el tabú. En la mayoría de las guerras hay una estrategia de violaciones: ahora vemos la punta del iceberg. Ha salido a la luz la estrategia del ejercito japonés, que convirtió a mujeres chinas en esclavas sexuales o la violencia sexual nazi. No eran daños colaterales, algo aislado, sino parte de la estrategia bélica.

-¿Qué responsabilidad tienen las potencias mundiales en todo esto?

-La paz liberal está dictada por los países más poderosos para legitimar sus intereses y extender esa idea de que las misiones de paz tienen que liberar a las mujeres de los bárbaros que las violan. Hay alguien que vende armas a esos países, hay empresas que compran sus recursos naturales y gobiernos que colaboran con ellos. Los 10 países más ricos del mundo son los 10 mayores exportadores de armas.