Si les menciono a José Manuel García González ustedes se dirán, ¿y quién es este buen señor? Si en cambio nombro a José Benigno García, algunos, pocos, van a comentar, ¿de qué me suena este nombre?

Sin embargo, si les hablo de Marcos del Torniello, "el raitán de la quintana", la mayoría dirá que con dicho título hay una calle en Avilés. Los escogidos responderán que el personaje que responde a este seudónimo es un popularísimo poeta en bable.

Nace José, en un humilde hogar de la villa del Adelantado de la Florida, en noviembre de 1853. Cuenta de él Constantino Suárez, el Españolito que: "Aunque apetente de estudios desde la infancia, no pudo seguir otros que los de la enseñanza primaria. De adolescente, sin más que una rudimentaria instrucción, hubo de ganarse la vida como carretero. Simultáneamente, llevado de sus aficiones melódicas y, a causa, de las necesidades pecuniarias, estudió música y, como trombón de varas, formó parte de la Banda local.

Ya en plena juventud, beneficiándose de la fundación de la Escuela de Artes y Oficios, aprovechó las lecciones gratuitas que se impartían en ese centro de enseñanza. Tal fue su capacidad de aprender que, al poco tiempo, el sufrido carretero se convirtió en profesor a domicilio. En el Colegio de la Merced, que dirigía Domingo Álvarez Acebal, estudió en dos años el bachillerato, del que obtuvo el grado correspondiente en el Instituto de Oviedo. Ya en 1890 abrió un colegio de instrucción primaria al que dedicó el resto de su vida.

Son innumerables sus colaboraciones, como escritor en castellano, en verso y prosa, en el semanario de Avilés "El Centinela" (1884). Fundó y dirigió dos semanarios veraniegos, "El Estudiante" (1885) y "La Semana Festiva" (1889): junto con "El Vigía", de más larga duración, que apareció a fines de julio de este último año. Durante muchos lustros fue asiduo colaborador del "Diario de Avilés" (1890), fundado y dirigido por Florentino Álvarez Mesa, y, por esa misma época, escribió en los diarios ovetenses "El Eco de Asturias y "La Opinión de Asturias".

Fue a finales del XIX cuando comenzó a cultivar la poesía en bable; sus escritos, sin remilgos académicos, sino rebosantes de savia popular, a lo Teodoro Cuesta, salpicados de gracia y malicia, comenzaron a rodar por los periódicos de Asturias y de las colonias asturianas de América. Entre otros muchos "La Semana Ilustrada", la revista madrileña "Asturias", órgano del Centro Asturiano; los diarios ovetenses "El Carbayón" y "El Correo de Asturias; los diarios gijoneses "El Comercio", "El Noroeste" y "La Prensa"; el diario avilesino "La Voz de Avilés, y, posteriormente, en el semanario "Progreso de Asturias", "El Nalón" y, además, en todas las publicaciones asturianas de América, como "Asturias" y "El Progreso de Asturias, de La Habana, y "El Heraldo de Asturias" de Buenos Aires. Asimismo, colaboró en infinidad de revistas de tirada anual con motivo de fiestas locales, estando en primer lugar la de "El Bollo" de Avilés.

Ardiente defensor de nuestras raíces y cultura, abrazó con tal pasión su nuevo oficio de poeta en bable, que siempre estuvo dispuesto a exaltar sus valores. Bendijo, investigó y estudió idioma, costumbres, tradiciones y paisajes asturianos. No renegó del habla materna, como algún desarraigado hace en la actualidad. A sus alumnos les enseñaba el castellano plural de España y América; pero también luchaba para que todos los asturianos amasen el bable de sus antepasados:

Salve la fala famosa,/ paraxismera y galana /de las falancies hispanes/la que más vieya se afaya.

Salve la fala de Asturies,/la fala que se falaba/dacuando nel paraíso/que besa la mar salada.

Salve la fala, quiziavis/ después de la fala vasca,/la más antigua de todes/entre les fales de España.

En 1904, publicó "Tambor y Gaita", colección de poesías en dialecto asturiano, que dedicó, como un homenaje de respeto y gratitud, a la Excelentísima Diputación Provincial de Oviedo, favorecedora de las letras asturianas -qué tiempos aquellos en que un organismo oficial subvencionaba la cultura escrita-, que sacó de la oscuridad sus humildes versos y al Señor Domingo A. Acebal que le prestó la luz de la enseñanza.

De este volumen, afirma Bernardo Acebedo que : "Viene este libro a enriquecer nuestro tesoro poético; Marcos del Torniello ensancha el léxico provincial y presta, sin duda, un gran servicio a la literatura y a la historia de este viejo y nobilísimo Principado". Gran ejemplo a seguir por alguno. No solo no denigra nuestra lengua sino que la ensalza.

En 1906 publica "La Esfoyeta", comedia costumbrista asturiana en un acto y en bable. En 1914 ve la luz "Colasón de la pata gorda", monólogo en asturiano.

En marzo de1923 su gran amigo, Armando Palacio Valdés, le propone publicar una antología de sus versos. Como no encuentra editor para ello, el autor de "La aldea perdida" envía una carta al "Diario de la Marina" de La Habana, solicitando a sus compatriotas de la Isla de Cuba favores que son de justicia: "Existe en el más bello rincón de nuestra amada provincia un hombre inspirado, laborioso y modesto. Es el poeta que firma sus canciones con el seudónimo de Marcos del Torniello. Seguro estoy de que a este poeta singular deberéis muchos instantes de sano y cordial regocijo. Cuando la tristeza oprime vuestro corazón pensando en vuestros deudos y amigos, en las romerías, en las esfoyazas, en los amagüestos, en las manzanas brillantes y coloradas y en las mejillas no menos hermosas de las zagalas donde habéis estampado el primer beso de amor, entonces si cae en vuestras manos una de las sabrosas canciones de Marcos del Torniello, vuestro corazón salta de alegría y una carcajada estalla en vuestros labios".

Pues bien; las últimas poesías de este donoso autor no encuentran editor que las publique. ¿Sabéis por qué? Porque las ha escrito solo para nosotros, esto es, porque su lenguaje solo lo entendemos un número reducido de españoles, los que nos hemos criado en la tierrina, los que hemos comido las castañas y la borona al pie del lar, los que hemos bailado al son de la gaita, los que hemos gritado ¡ijujú! en las romerías. No se necesita mucho dinero para imprimirlas; pero ese dinero no lo tiene mi ilustre amigo y compañero José Benigno García, porque no es mas que un profesor. Desasnando chicos no se gana dinero en España. Es más lucrativo adular a los grandes asnos".

Fue rápida y fructífera la respuesta, ya que en 1925 estaba impresa la nueva antología de poesías en dialecto asturiano "Orbayos de la Quintana", y lo que aún es más llamativo, con una preciosa portada costumbrista, obra de un joven y excepcional pintor ovetense: Paulino Vicente.

En noviembre de 1926 el Ayuntamiento de Avilés toma el acuerdo de cambiar el nombre a la antigua calle del Progreso para pasar a denominarla Marcos del Torniello. A lo que él poeta responde con la voz del corazón: Ye tanto el calor que fa-i / que azúmbame la pelleya / con esto del guirigay / de honrame con una cai / sobrándome una caleya.

Fallece en Avilés, en 1938, a los 85 años este cantor, en asturiano, a los hechos cotidianos. Como decía el Marqués de la Vega de Anzo, en 1903, en el prólogo a "Tambor y Gaita": ¿cómo no conservar incólume ese dialecto cadencioso y dulce, que hablaban, no solo los campesinos, sino todos los habitantes de la provincia? En esta época el bable era el medio adecuado para expresarlo todo, el instrumento casi necesario para nuestra comunicación y trato, y usado por todos, pudo conservarse y llegar hasta nosotros. En "Orbayos de la Quintana, Marcos del Torniello dedica a Oviedo unos sentidos versos que vale la pena leer, aunque sólo sea una selección:

Ye Uviedo la capital / La catedral, con la torre de la mi patria querida, que se allevanta pa riba/de la mi Asturies de l' alma hasta les nubes, queriendo que San Antonio bendiga, facer al cielo caricia, porque y' el selo por lei tá pregonando que Uviedo que-i correspuend' en xosticia/ ye la miyor maravilla pos foi la Corte dacuando de Asturies, el paraíso se andaba de reconquista./ Famoso de la tierrina./ Uviedo tien además los méritos que precisa La ponte de los Pilares, pa ser el centro de Asturies l' Hespicio, l' Audiencia misma, por causa más Fidelina./ Está todo ello diciendo que Uviedo ye la nativa./La sombra de aquel carbayo fontica del pensamiento que lo arrincaron un día de la mi Asturies querida, del campo de San Francisco por ser el pueblo asturiano perdura toda la vida; en que se bebe más sidra, por eso los ovetenses, en que se fala más bable que selo tienen a dicha, y en que la xente rebrinca, lo tienen a muncha honra y canta, y piensa en astur que pa nombralos se diga/ con verdadera delicia/ los "carbayones"/ emblema sin que desprecie por eso de su gloriosa divisa los hábitos de Castilla.