El día que Fernando Rubio Bardón tomó posesión de la parroquia de San Juan el Real, el cuatro de agosto de 1961, se dirigió a los feligreses y les dijo: "Como único programa traigo una decidida e iluminada vocación de servicio; me encontraréis en el altar, en el confesionario, en la calle y, sobre todo, me encontrarán a su lado los pobres y los enfermos". La cita la evocó ayer Luis González Morán, sacerdote de la basílica de San Juan el Real, abogado y profesor de Bioética en la Universidad de Comillas (Madrid), en una conferencia sobre el recordado sacerdote dentro de los actos del centenario del templo. "Y a fe que lo cumplió y lo cumplió bien", apostilló Morán dicho párrafo de Rubio Bardón. "Vino con un gran sentido de renovación: por un lado, materialmente, con la rehabilitación del templo y la construcción del complejo parroquial, inaugurado en 1979 según proyecto de Joaquín Cores Uría, parroquiano". En segundo lugar, "él tiene una gran preocupación por revitalizar pastoralmente la parroquia, y ya en 1964 crea la junta parroquial, que da paso al consejo parroquial porque quiere que todos estén involucrados en la comunidad".

Además de la casa parroquial y la comunidad, Rubio impulsó Caritas "y decía: para los pobres siempre tiene que haber dinero". También creó "los 'responsables de casa y calle', el enlace entre los feligreses y la parroquia". La catequesis, "llevada primero por Marcelino Ramos y luego por Álvaro Iglesias Fueyo", también fue actividad predilecta suya, "al igual que los campamentos en Carrizo de la Rivera, León". Además, "Fernando Rubio tenía agujeros en las manos para los pobres y enfermos y nunca dejó de estar cerca de la personas que sufrían: viudas, huérfanos, gente que había perdido seres queridos". En un libro de firmas dedicado al anterior párroco de San Juan, alguien escribió: "Cuando Dios pensó en los apóstoles, ya tenía presente a don Fernando", refirió ayer González Morán.