Todos hemos pasado en alguna ocasión, por la embarazosa situación de querer negarnos a satisfacer alguna demanda de personas de nuestro entorno. Y tanto si al final aceptamos como si no, el conflicto, al menos el interior, está servido.

Decir "no" sin sentirnos culpables, especialmente a las personas que nos importan, es una de las situaciones cotidianas que mas dificultades nos genera. El temor a parecer egoístas, a herir los sentimientos de alguien, o a perder o dañar una relación, nos hace proclives a decir "si", sin siquiera reflexionar sobre las consecuencias, con mas frecuencia de lo que nos gustaría reconocer.

Esto, al menos en parte, es así porque nos han educado para ser niñas y niños buenos que siempre dicen "sí". No está bien decir que "no". La obediencia ha sido largo tiempo fomentada como un valor moral, y como consecuencia de ello, no solo nos cuesta mucho decir que "no" sino simplemente constatar un simple desacuerdo.

Aunque resulte paradójico la solución es tan sencilla como decir "no". No se trata de volverse una persona huraña e impopular, al contrario podemos ser personas amables, generosas y confiables, y al mismo tiempo decidir soberanamente a que decimos "si" y a que decimos "no". De lo contrario acabaremos cargados de compromisos que no nos interesan, sintiendo explotados y resentidos, y al final es posible que nuestras relaciones se deterioren, precisamente lo que tratábamos de evitar.

El problema no es tanto la negativa en sí, sino el temor al rechazo que subyace y que hemos de aprender a gestionar. Es importante saber, que aunque en ocasiones digamos "no" seguiremos teniendo amigos, la amistad no puede depender de los favores que hagamos.

Pero para poder decir "no" sin dañar una relación hay que ser asertivo. Ello implica sostener la propia voluntad sin intentar imponerla al otro, ser abierto y franco, decir: "esto es lo que siento y lo que pienso", de esta manera no solo conseguimos nuestro objetivo, sino que además favorecemos nuestra autoestima y el respeto de los demás.

Por añadidura, aprender a decir "no", nos invita a trabajar cuatro valores esenciales para fomentar nuestro crecimiento personal, que enumeramos a continuación:

-El respeto tanto por los sentimientos y necesidades del otro como por los míos propios.

-La autonomía necesaria para tomarme el tiempo de verificar lo que siento y lo que quiero de verdad.

-La responsabilidad de estar a la escucha de lo que está en juego, y de intentar prestar atención a todas las necesidades, no a las del otro en detrimento de las mías, ni lo contrario.

-La fuerza para manifestar mi desacuerdo y proponer una solución, quizá totalmente distinta. Ejercitándonos en situaciones fáciles,nos musculamos para decir "no" en las mas difíciles. Trabajando nuestro autoconocimiento sabemos mejor a que decimos "si" con nuestro "no".