Durante la autarquía franquista, una férrea censura velaba para que las pantallas cinematográficas no mostrasen escenas ni actitudes poco decorosas o contrarias a los postulados del nuevo régimen. Un filme, no obstante, pudo tratar en primer plano un tema tan controvertido como el adulterio, culminando además con una escena marcadamente necrófila, sin que nadie pusiese objeción alguna: antes al contrario, la película obtuvo todo tipo de premios y parabienes.

La película en cuestión es "Inés de Castro", una coproducción hispano-lusa de 1944, realizada en doble versión idiomática bajo la dirección del portugués José Leitão de Barros y la supervisión de una figura influyente en la cinematografía española durante la Guerra Civil y en la inmediata posguerra: Manuel Augusto García Viñolas.

El filme trataba la conocida leyenda de Inés de Castro, la tercera esposa del futuro rey Pedro I de Portugal, asesinada por un grupo de nobles con el consentimiento de su suegro, Alfonso IV. El crimen desata la ira de Pedro, que se ganaría el sobrenombre de "El Cruel" tras arrasar el país persiguiendo a los culpables y que, tras llegar al trono, exhuma el cadáver de su amada para hacer a la nobleza portuguesa jurarle lealtad.

Aunque la recreación de episodios reales o legendarios vinculados al pasado histórico del país comenzaba a ser habitual en aquel momento del régimen franquista, no lo era, sin embargo, la crudeza a la hora de tratar ciertos temas. Especialmente el adulterio, que en el caso de la relación entre Inés y don Pedro, casado éste con otra mujer, se muestra sin reparos en la película.

Pese a todo, esta primera parte de la película de Leitão de Barros es incluso suave, si se compara con el tramo final: Pedro, absolutamente enloquecido, arrasa el país buscando a los responsables a los que, una vez capturados, reclama que les arranquen el corazón para comérselo. Lo más sorprendente, no obstante, es la conclusión, con el ya rey revelando que se había casado en secreto con Inés, de cuerpo presente, ante el estupor de toda la nobleza.

El historiador Casimiro Torreiro define "Inés de Castro" como "una de las películas más necrofílicas, morbosas y extrañas de todo el período. La reconstrucción del enajenado gesto de Don Pedro, de obligar a desenterrar el cadáver de su amada Inés para obligar a quienes participaron en la conjura que supuso su muerte, así como su justificación de las relaciones extraconyugales de Pedro e Inés por el amor y la descendencia resultan cuando menos chocantes".

Pese a todo, "Inés de Castro" fue tratada con una inusitada benevolencia por la Censura, algo que se achaca a la intervención de García Viñolas, e incluso fue catalogada como película de "Interés Nacional", lo que daba al filme múltiples ventajas para su distribución. "Inés de Castro", huelga decirlo, fue todo un éxito.