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Cronista oficial de Oviedo

Tiempo claudicante

En estos días me faltan, junto a los que me faltan siempre, algunos amigos como Amparo Pedregal, el astur-cubano Luis Ricardo Alonso y Martín González del Valle, barón de Grado

Tiempo claudicante

Que tendrá noviembre, de noches largas y negras, para maridarse con la muerte, siendo que la muerte es fruto para todo el año. La tradición quiere que, desde el día 1, noviembre sea mes de difuntos aunque todo año el calendario se tiñe de negro y de ausencia.

En estos días me faltan, junto a los que me faltan siempre, algunos amigos que quiero recordar. Me faltó en este tiempo una compañera y amiga, Amparo Pedregal, capaz de profundizar y a la vez de divulgar el conocimiento, muchas veces centrado en lo asturiano. Amparo murió en acto de servicio, volviendo de un congreso de trabajo, y dejó mucho a medio hacer en lo profesional y en lo personal, la echaremos de menos.

Otra ausencia nueva es la de Luis Ricardo Alonso, escritor astur-cubano nacido en Asturias, tierra a la que siempre se sintió vinculado. Yo conocí a su madre, una cubana dulce y fina y formé con él, verano a verano, un buena amistad literaria y personal. Él tenía la ilusión de obtener un premio asturiano, quizá animado por el recuerdo de haber sido finalista del Nadal, cuando el Nadal era el Nadal. Se presentó al Premio de Novela Alarcos, y curiosamente, porque era un buen escritor, cayó en la primera criba de la que hubo de sacarlo del agua revuelta. Luego ganó el Premio Asturias de la Fundación Dolores Medio. El tenía ilusión, pero dichosos premios?

Y no quiero que falten unos sinceros renglones en recuerdo de don Martín González del Valle, caballero multifacético que fue mi amigo, con Oviedo y el Campo de San Francisco como nexo de afecto.

El arco de la desaparecida iglesia de San Isidoro del Mercado, pasada por la labor de doña Piqueta, después de haber sido tahona, fue a parar por suerte al Campo de San Francisco, como ya escribimos largamente. A don Martín le gustaba mucho el conjunto que formaba el arco recuperado y salvado del derribo y colocado en un altozano del Campo. Al pie hubo durante un tiempo una escultura de San Francisco de Asís, que por consejo de Joaquín Manzanares, cronista de Asturias que requiere reemplazo, se traslado a unos metros, para evitar confusión entre los santos. A don Martín le preocupaba el agua que goteaba sobre la piedra desde el árbol más cercano. La eterna polémica entre la naturaleza -el árbol- y el hombre -las estructuras románicas del arco-. Hasta allí fui yo varias veces con don Martín, charlando de mil temas ovetenses, siempre aprendiendo de él, ovetense ejerciente y memorioso. Le echaré de menos.

Dicen los papeles, porque a mí nada me dicen, que se va a renovar la comisión de la memoria histórica. En su primera época, hace ya ocho años, me tocó a mí la coordinación como cronista oficial de la ciudad, de un grupo de personas, algunas muy extremosas, a las que el alcalde, sin aparecer nunca por allí, nos entregó el cesto de patatas calientes. No cabía ningún tipo de coordinación y hubo que recurrir a las votaciones, como si fuese la junta de una comunidad de vecinos. Volvían las dos Españas, para que una de ellas nos helara el corazón. La cosecha salta a la vista. Cambiar muy poco, y sin comisión, para que nada cambie. Y ahí quedamos.

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