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Con nombre propio | Lola Lucio | Profesora jubilada y promotora cultural

La mujer que hizo realidad los sueños

Nacida en la calle Asturias, por donde corrían Ángel González y Carlos Bousoño, Lola Lucio fue decisiva para rematar la idea del "Tigre Juan"

La mujer que hizo realidad los sueños

Camilo José Cela, premio Nobel de Literatura, escribió de Juan Benito Argüelles que "no es un hombre de fines sino de principios". Los principios morales de Juan Benito están fuera de duda pero Cela se refería al hombre de los proyectos, de las ideas.

Calle Mon, número 16, a mano derecha camino de la Catedral. Unos escalones, barra a la derecha y piano. Es el "Tigre Juan", el recordado local de Belarmino Álvarez Otero, Una noche cualquiera y una timba cualquiera de un grupo de amigos: Alarcos, Grossi, Juan Benito, Jaime Herrero, Cachero y Juan Cueto. En esa efervescendia tras la muerte de Franco proponen crear un premio literario y eligen el nombre del bar "Tigre Juan", que lo es también de la novela de Ramón Pérez de Ayala.

Una idea entre copas, un principio que necesitaba un final, hacerse realidad. Ahí estaba Dolores Fernández Lucio, Lola Lucio, para poner los finales. El brazo ejecutor, la que no sólo participaba en las ideas sino que siempre ha logrado hacerlas realidad. A Juan Benito no se le entiende sin Lola, una mujer de las pocas que, pese a la época, logró no ser "la esposa de". Lola no era "la mujer de Juan Benito", nunca lo ha sido, ella es Lola Lucio, y sí, durante muchos años fue novia de Juan Benito y luego esposa, pero lo mismo que él era el novio de Lola y luego su esposo. Una actitud, una forma de estar en el mundo que no se trata de respaldar ni de apoyar sino de aportar, de formar parte de. No es la estupidez de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer porque Lola a veces estaba detrás, otras delante y otras al lado, e incluso otras no estaría porque no le daba la gana. Lo que está claro es que sin Lola es posible que no existiese el premio Tigre Juan, ni la asociación Tribuna Ciudadana, nacida en 1980 y que tantas alegrías a dado a la cultura ovetense y asturiana.

Cuando murió Juan Benito (hoy recibe un homenaje de sus amigos en el Auditorio, a las 20 horas) se dijo que Oviedo perdía medio Campo San Francisco y es curioso pero precisamente medio Campo San Francisco, la rosaleda, fue obra de su abuelo, Marcelino Fernández.

Dolores Fernández Lucio nació en Oviedo en 1936, el año de la guerra incivil. Y lo hizo en un entorno que parecía predestinarla a lo que fue después, figura clave en la literatura y la cultura asturiana. Nació en la Gran Vía, hoy avenida de Galicia. La casa estaba entre las calles Toreno y Asturias. Un tiempo y un espacio en el que también andaban por allí Ángel González y Carlos Bousoño.

La Guerra llevó a la familia a Muros pero regresaron a Oviedo, a la Gran Vía, al número 1 de la calle Asturias, que en realidad era el primer edificio de lo que hoy se llama avenida de Galicia, una calle que en buena medida es obra de su padre, el constructor Ricardo Fernández. Desde allí se veía un Oviedo destruido pero Lola no lo recuerda. Su primer recuerdo es del ciclón del 15 y del 16 de febrero de 1941, el que provocó el incendio que arrasó Santander.

Lola Lucio, mujer trabajadora que se encargó de que muchas generaciones de ovetenses tuviesen sus primeras luchas con los verbos irregulares en inglés. Se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Oviedo, con las especialidades de filología románica e inglesa, ejerció durante décadas en los institutos de la ciudad, Aramo, Ventanielles, El Cristo? Y mientras, mantenía esa pulsión, esa necesidad de aportar algo más a la ciudad en la que coincidía con Juan Benito.

Las viviendas son claves en toda esta historia. Si primero fue el 1 de la calle Asturias luego fue el 18 de la calle Independencia, un segundo que en realidad era un tercero porque antes de que pusiesen el ascensor había que pasar por el Principal. Esa casa es historia de la literatura española del siglo XX. Lugar de reunión y de descanso hasta el punto de que José Agustín Goytisolo decía que se iba a declarar insolvente para irse a vivir allí con Lola y Juan. Una casa a la que siempre regresaba desde Alburquerque Ángel González, una casa por la que pasaron poetas, novelistas, filósofos, políticos, todos ellos invitados a participar en los actos organizados por Tribuna Ciudadana.

Para el recuerdo queda la visita de Alberti a Oviedo con cientos de personas peregrinando por el centro tras el poeta ya que se tuvo que cambiar el escenario de la conferencia sobre la marcha debido a la masiva asistencia de público. Allí estaba Lola, figura clave en la historia de la ciudad de las últimas décadas. Mujer divertida, habladora, comprometida, tremendamente culta, cariñosa. Una mujer que por posición y época le hubiese tocado pertenecer a lo más rancio del Oviedín del alma pero que optó por remover la ciudad, por apostar por la cultura como base de todo. Ahora no está Juan Benito pero sí está Lola y ella sigue luchando, con la misma fuerza y las mismas ganas por cambiar la sociedad.

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