Nada mejor que el día a día de un hombre para ilustrar las causas y efectos de un exceso de medicalización. Eso fue lo que hizo ayer José Manuel Garzón Fernández durante la conferencia que ofreció en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. Puso como ejemplo a Pedro, un arquitecto imaginario de 51 años que termina tomando más de cinco pastillas diarias a raíz de sufrir un decaimiento emocional por la muerte de su padre. Garzón, médico de familia, protagonizó la tercera charla-tertulia del año que se enmarca dentro de las actividades del Plan Municipal sobre Drogas.

Antes de hablar de Pedro, el ponente explicó el significado de la palabra medicalización. "Dar carácter médico a algo". Así, comentó que gran parte de los pacientes de los centros de salud siguen a pies juntillas esta definición y acuden a la consulta por motivos tan diversos como calvicie, canas, envejecimiento, celulitis e incluso ansiedad por el tamaño del pene.

Desde otro punto de vista, la medicalización también está presente en productos que no necesitan receta ni prospecto médico. Por ejemplo, varios envases de compresas y "salvaslip" cuentan con el sello de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, e incluso esta institución sanitaria recomienda algunas marcas. "¿Es esto necesario?", se preguntó Garzón Fernández ante el público, que pronto empatizó con Pedro y su historia.

Este hombre ficticio, "que representa a muchos de la vida real" , acude a su médico de cabecera porque se encuentra alicaído y sale del centro médico con una receta de antidepresivos. A partir de ahí, acaba tomando una pastilla para dormir porque está estresado, un protector de estómago por temor a que la medicación le haga daño, una pastilla y una bebida a base de leche fermentada para reducir el colesterol tras ver un anuncio de televisión que alertaba del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, y un tratamiento para la disfunción eréctil porque cree que está algo mayor. "Gran parte de las pastillas que consume Pedro se deben a su miedo a la enfermedad. Es decir, a la industria farmacéutica le interesa el miedo de la población porque le da dinero", comentó el médico de familia, que abrió un tiempo de debate con los asistentes al término de su conferencia.