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Un chófer en el pedestal de Manzaneda

Los vecinos conceden el "Calamón del año" a Pablo Trueba Cuervo, un conductor de autobús urbano de 48 años que prefiere "las sextaferias antes que el volante"

Pablo Trueba, en un autobús urbano de Mieres. J. R. SILVEIRA

En el cuadro de honor de Manzaneda está el actual portavoz del Gobierno regional y antiguo alcalde de Pola de Siero, Guillermo Martínez; el párroco de la localidad, Felipe Cabezas; o el exconcejal de Transportes y edil del PP, Gerardo Antuña, entre otros. El 8 de diciembre, Pablo Trueba formará parte de la nómina de notables de esta parroquia ovetense al recibir el premio "Calamón del año" -que reconoce a personas o entidades que trabajan por el bien del pueblo- por decisión unánime de la asociación de vecinos. No puede estar más contento. "Al principio no entendía por qué me daban este galardón. Pero mi mujer me dijo: 'Oye, tu has trabajado mucho por el bien común. Así que te lo mereces'. Será verdad", comenta en su puesto de trabajo (un autobús urbano de Mieres) este conductor profesional.

Nacido en Manzaneda en 1967, Trueba vive en las cuencas mineras desde hace unos veinte años. "Me trasladé sólo por el trabajo, que es lo fundamental. Eso sí, yo en cuanto aparco el autobús me voy al pueblo". El chófer organiza sus tareas en función de la visita de rigor al pueblo, donde viven su madre y sus hermanos: "No perdono ni un día. Vamos, que sólo falto cuando estoy enfermo". Así, cuando tiene horario de tarde, lleva al colegio a su hijo de diez años y se va "como un tiro" para Manzaneda. En tres o cuatro horas es capaz de subirse a su tractor para cargar material de obra y contribuir allanar el camino que une el barrio del Picón con Manzaneda. Esta vía (abierta a mediados del año pasado) ha facilitado la comunicación de los habitantes de ambas zonas y ha mejorado el atractivo turístico del lugar. Pero aún no está rematado. "Falta asfaltarlo para que sea perfecto. Y eso ya no lo podemos hacer nosotros, debe hacerlo el Ayuntamiento de Oviedo", explica Trueba, que también contribuyó a construir un santuario para la Virgen del Picón. "No fui el único que cargó las piezas de hierro o ayudó a abrir el camino. Ahí estuvieron conmigo Francisco Giraldo o Antonio Patallo".

El conductor de autobús urbano se quita méritos, pero presume de pueblo, de tractor y hasta de ovejas. "Tengo media docena de ellas en Manzaneda. Entre trabajo y trabajo en las calles del pueblo, saco tiempo para cuidarlas". Este enamorado de la zona rural ovetense reconoce que prefiere "las sextaferias antes que el volante de Emutsa (Empresa Municipal de Transportes de Mieres).

Los dos hijos de Trueba, el niño de diez años y una chica de veinte también son calamones de pro. "No me acompañan siempre, pero si vienen no quieren volver a casa. Esto engancha aunque haya que remangarse".

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