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El académico de la lengua de signos

José Manuel Valdés, de 41 años y sordo profundo de nacimiento, crea la web "Mis manos hablan" para enriquecer el vocabulario de los discapacitados auditivos

José Manuel Valdés observa el lenguaje de signos. NACHO OREJAS

A José Manuel Valdés le despidieron hace siete años de una panadería que no pudo capear la crisis económica. Desde entonces busca trabajo sin mucho éxito consciente de que lo tiene difícil. A sus 41 años sólo ha acabado la EGB (Educación General Básica) y su experiencia laboral se limita a mezclar y hornear harina, agua y sal. Pero este vecino de La Corredoria se mantiene muy ocupado desde 2013. Fue cuando puso en marcha "Mis manos hablan", una página web para enriquecer y difundir la Lengua de Signos Española (LSE), y de paso, comprender mejor el mundo en el que vive en silencio absoluto desde que nació. José Manuel es sordo profundo prelocutivo. Es decir, perdió el oído antes de poder adquirir el lenguaje oral. Y por tanto, no habla.

Los médicos no fueron capaces de saber qué le pasaba hasta que cumplió cinco años. El primer diagnóstico fue muy distinto. A sus padres les dijeron que tenía un retraso intelectual y por eso no entendía lo que le decían ni era capaz de articular palabras. Sin embargo, posee un alto nivel de inteligencia que le ha permitido superar la escasez de profesores especializados y traductores en el Principado. A los veinte años acabó la EGB y ahora mira los libros y los periódicos con tristeza porque únicamente comprende palabras sueltas. Para alguien sin su discapacidad, es algo así como intentar descifrar un idioma desconocido.

Por si fuera poco, el lenguaje de signos no es universal. Si José Manuel viaja a otro país no puede comunicarse satisfactoriamente con una persona sorda. El español de signos tampoco es la panacea porque tiene muchas lagunas. Eso hace que no pueda expresar todo lo que piensa a otro sordo o a su familia.

Lejos de conformarse o dejarse arrastrar por la frustración, José Manuel creó "Mis manos hablan". Lo llamó así porque es precisamente lo que hace. Mira a su interlocutor a los ojos y habla sin parar con las manos. Una amiga experta en lenguaje de signos facilita la conversación con el periodista, pero la comunicación no verbal -los gestos y las miradas- ayudan y tumban barreras.

José Manuel graba en video sus explicaciones. Así, su página (con enlaces en las principales redes sociales y casi 4.000 seguidores en Facebook) está llena de definiciones que pueden verse dándole al "play". La web distingue entre glosarios, gramática, y vocabulario. Por ejemplo, en el apartado de glosarios acaba de subir un vídeo sobre el sorteo extraordinario de la Lotería de Navidad en el que enseña los términos más representativos: décimo, serie, bombo, tolva, tabla, salón de sorteos o participación, entre otros. Parece sencillo, pero no lo es. Para traducir las palabras al lenguaje de signos, debe haber un consenso entre la comunidad sorda y la oyente. Así, José Manuel, con ayuda de un grupo de amigos, hace una consulta por cada palabra. "Tardo mucho tiempo en adjudicar un signo a cada término, pero al final es muy gratificante", dice por boca de la traductora.

Los seguidores de "Mis manos hablan" también hacen peticiones y consultas. Un niño amante de los cómics quiso saber cómo podía decir con signos "Superman" o "Batman". José Manuel se puso manos a la obra y ahora cualquiera puede consultar en su web la sección "Personajes de ficción".

El particular diccionario de lengua de signos crece a diario gracias a la colaboración de personas anónimas, aunque "las instituciones no me hacen caso". Este vecino de La Corredoria echa en falta el apoyo de la Federación de Personas Sordas del Principado de Asturias (Fesopras), la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) o la World Federation of the Deaf (Federación Mundial de los Sordos). Además, pide una mayor difusión de los centros de enseñanza especializada, como la ovetense Fundación Vinjoy, donde él estudió.

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