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La banda de la lanza térmica da su mayor golpe en las oficinas de Química del Nalón

Los ladrones desconectaron las alarmas y recorrieron el edificio con un carrito cargado de bombonas de oxígeno para reventar las cajas fuertes

La sede de Química del Nalón, ayer. MARÍA GÓMEZ

La banda de la lanza térmica, que se dedica a reventar las cajas fuertes de empresas del centro de la ciudad, ha vuelto a actuar este fin de semana. Y no ha sido un golpe menor: se han atrevido con las oficinas centrales de Química del Nalón, en la avenida de Galicia. Se trataría de uno de los robos de mayor envergadura en los últimos tiempos en la capital asturiana. El grupo especializado, que también logró saquear las cajas de caudales del distinguido restaurante Del Arco y de la constructora Goncesco, no tuvo problemas para desconectar las alarmas y recorrer todas las plantas del edificio. Y lo hicieron empujando un carrito cargado de bombonas de oxígeno hacer funcionar las lanzas térmicas con las que reventaron todas las cajas fuertes. Falta dinero, material informático, documentos... La empresa, que ha presentado denuncia, aún está realizando un inventario del material robado.

El modus operandi es muy similar al de los robos perpetrados anteriormente -se supone que por la misma banda- en la ciudad. Los hechos tuvieron lugar durante el fin de semana, aprovechando la ausencia del personal. Según ha podido saber este periódico por fuentes conocedoras del caso, accedieron al edificio forzando los bombines de las puertas y lograron desconectar la alarma. Aún se aprecian en los pasillos marcas de las rodadas del carrito en el que transportaron las pesadas bombonas de acetileno y oxígeno necesarias para activar las lanzas térmicas que utilizan para abrir las cajas de caudales. Se trata de una herramienta que trabaja con temperaturas superiores a los 4.000 grados centígrados y que en manos expertas es capaz de derretir los más duros blindajes. La maniobra, igual que sucedió en Del Arco, fue realizada con suma precisión. Los cacos han dejado más rastros que las rodadas del carrito, pero difíciles de seguir. Por ejemplo, se sabe que tuvieron tiempo de pararse a echar algún cigarro en medio del robo. Sin embargo, haciendo gala de su profesionalidad, no dejaron ni los ceniceros en los que se supone que depositaron las colillas.

Los trabajadores de la empresa se dieron cuenta del robo al regresar al trabajo el lunes y tras informar del suceso tuvieron que interrumpir sus tareas para dejar trabajar a los investigadores. Los funcionarios de la unidad científica de la Policía Nacional llevan dos días recogiendo pruebas en las instalaciones de la empresa. La presencia policial aún era visible ayer en la zona, con varias dotaciones apostadas a la puerta de la sede de Química del Nalón, a la que se accede desde la Avenida de Galicia por una pequeña bocacalle peatonal a la altura de la Fundación Gustavo Bueno.

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