Uno de los plenos más soporíferos en mucho tiempo lo resumió estupendamente el concejal de Ciudadanos Luis Zaragoza a las dos horas (¡dos horas!) de partido: "Bienvenidos a la campaña electoral".

Campaña la de su partido, que afiló el colmillo contra el PP como nunca antes lo había hecho aquí en Oviedo. Y campaña la del PP, que hizo sacar los dientes al siempre prudente Eduardo Rodríguez, al que no le queda tan bien el disfraz de pitbull como le puede quedar a otros de sus compañeros. Fue la oposición contra la oposición, el mundo al revés, cuchillos volando por un puñado de votos entre dos grupos que en enero se mirarán, se reirán y volverán a llevarse bien. O no.

Ciudadanos y PP compiten por los votos de la misma manera que compiten IU y Somos, que parece que han aprendido a llevarse bien en público. Sólo en público.

El primer Pleno de Caunedo como imputado fue el enésimo Pleno del Rosón provocador. Ya se sabe que el edil de Somos es el azote del exalcalde; que le iba a dar no era novedad. En su intervención sobre el agua, que también es casualidad (¿o no?) que se debata el agua en este momento, Rosón pronunció cinco veces con especial énfasis la palabra "imputado", como si el hecho de que él también lo esté le pusiera todavía más. Total, que Rosón le tuteó como si fuera un amigo ("¿Te acuerdas de Joaquín Fernández, Agustín?"), le miró desafiante como siempre y al final de su intervención le espetó: "Voy terminando que he quedado con mis tías, que no me regalan viajes a Nueva York pero las quiero igualmente". Vacilada de manual.

Caunedo no dijo ni una palabra en todo el Pleno, ya las dijeron por él sus compañeros ediles. José Ramón Pando, el concejal reconvertido en asesor, le recordó al final al podemita que él también estaba imputado, que tenía "mucha cara". También le dijo algo parecido, pero con una mesa de por medio, no fuera a ser, Francisco Javier García, Chisco para amigos y enemigos. Y Covadonga Díaz, que le censuró que buscara la foto de portada. Por si la foto, quizá, los concejales del PP estuvieron bien compenetrados para taponar a Rosón en cuanto se fue a por Caunedo, que pudo salir del pleno con normalidad sin tener que aguantar que el podemita le comiera otra vez la oreja.

La sesión no sirvió para decirle a los ciudadanos nada concreto, más allá de instar a alguien a hacer algo, que es igual a nada. El personal aguantó dos horas y media de dardos electorales, así que acabó agradeciendo el escrache que los parados y empleados en precario le hicieron a IU pidiendo la dimisión de Rivi. Ellos interrumpieron la sesión, pero alguien estuvo hábil para quitar el sonido y que no sonara en la retransmisión. Quizá hubiera sido lo más práctico, dejar a sus señorías tirarse los trastos a la cabeza y que nos llamaran para lo importante. Cómo será que por resistir no resistió ni el techo de la sala, que se cayó a pedazos. Dicen que fue la pintura, que está débil. Por algo será.