Muchas y muy variadas son las circunstancias y situaciones en que la vida limita nuestras funciones, cercena nuestras posibilidades y siega nuestras expectativas. Y lo que viene a ser lo mismo, las de nuestros seres queridos. En unas ocasiones es la enfermedad, en otras un accidente, ciertos percances inesperados, o finalmente, el propio desarrollo evolutivo.

En todos estos casos, nuestras capacidades, otrora consideradas plenas, se ven limitadas. El rendimiento se reduce. El estado de ánimo decae. Tampoco es infrecuente que lleguemos a pensar que nuestra existencia ya no merece la pena.

Ante este tipo de situaciones puede optarse por una amplia variedad de opciones que pueden oscilar desde el abatimiento y la resignación, en un polo, hasta la adaptación y la superación, en otro.

Nadie va a negarnos que ante circunstancias resulta obvio que lo mejor sería abandonar y limitarnos a esperar pasiva y resignadamente acontecimientos. Simplemente dejar pasar el tiempo y anhelar que una varita mágica o la "suerte" nos saquen de tal abatimiento.

Merece la pena señalar que siempre resulta posible superar esas situaciones de crisis desde el realismo y el optimismo, que siempre tienen cabida. De todas formas, por mucho que nos preocupemos, o que nos deprimamos, la situación no mejora. Lo único que solemos conseguir con actitudes derrotistas es pasarlo peor, amargarnos la existencia y, probablemente, también agriar la de nuestros próximos.

Cabría preguntarnos qué réditos, qué ventajas, podemos obtener de vivir amargados en vez de enfocar nuestra vida con optimismo. De igual forma, no estaría de más cuestionarnos qué beneficios podemos alcanzar de estar alicaídos en lugar de caminar con la cabeza alta y realizar nuestras actividades con la mayor de las ilusiones.

Las dificultades, por muy graves que sean, pueden superarse. Si esto parece imposible, detengámonos a observar a nuestro lado a todos aquellos que consiguen vivir y disfrutar de la vida con plenitud, incluso con alegría. Si para ellos ha sido posible, porqué no lo puede ser para nosotros.

Y tampoco no está de más recordar que a la abordar la superación de determinadas situaciones es posible, y mucho mejor, afrontarlas con la ayuda de algún profesional avezado en la materia.

En fin, una vez más tenemos que recordar aquel principio de reza: "cualquier situación, incluidas la enfermedad, la discapacidad y otras condiciones similares, son compatibles con ser feliz".