Era un enamorado de la naturaleza, vivía en una casona en un pueblo perdido en la montaña con apenas diez vecinos, esto en invierno, en verano el número crecía, pero no más de cincuenta personas. Eso no le importaba, al contrario, era lo que buscaba, tranquilidad absoluta. Trabajaba desde casa, así que estar en un lugar tranquilo para vivir no le suponía un problema.

Una vez a la semana hacia los recados, bajaba a la ciudad, no estaba lejos, apenas tardaba una hora en llegar. La casona era de piedra y adobe, con paredes de grosor considerable, cómo eran las casas en los pueblos. Detrás de la vivienda había una pequeña finca. Mi amigo decidió dividir esa parcela en dos, una para jardín y otra para huerto, pero lo que él no sabía era que no había tanta diferencia entre una y otra.

Lo visité la semana pasada; el huerto estaba medio desierto, algunas escarolas, y unos surcos más allá cuatro coles de Bruselas y varios repollos, claro que no di el viaje en balde. Volví a casa con una muestra de lo que allí quedaba. Al agacharme a recolectar coles levanté la vista y ví unas capuchinas, ya en las ultimas. Esta planta es conocida por sus usos en jardinería. Mi amigo iba un poco más allá con ella pues la usaba como planta trampa, era una manera de conseguir que ciertos parásitos que atacan cultivos se fijaran en la capuchina y así evitar tratar con químicos, una gran idea la verdad.

Desde Colombia y Perú. Su nombre científico es Tropaeolum majus, pero comúnmente se la conoce como capuchina, originaria de América del Sur -concretamente de Perú y Colombia-; en la actualidad se cultiva en prácticamente todo el planeta, y es que aparte de utilizarla para otorgar colorido al jardín, también puede dar un toque a nuestros platos y muchas cosas más. Es una planta trepadora, nos la encontraremos en jardines, balcones o enredándose en espalderas o celosías.

El cultivo no tiene mayor dificultad, cualquiera puede tener una capuchina en casa o en el jardín. Sus hojas redondeadas, de color verde intenso, recuerdan a un escudo, y entre ellas se dejan ver las flores, tan peculiares, con forma de trompeta, y cuyos colores llamativos -naranjas, rojos, amarillos-, hacen que esta planta sea imprescindible en el jardín. No es nada exigente, todo lo contrario, su cultivo resulta sencillo, simplemente tienen que seguir un par de consejos para lograr que la floración se mantenga durante prácticamente todo el año, salvo en invierno, claro. El terreno más bien seco y que no se encharque. Si por el contrario cultivamos estas maravillosas flores en maceta podemos poner en el fondo de ésta unas piedras a modo de drenaje, así si nos pasamos con el agua y no correremos el riesgo de que se pudra.

Tolerante con el frío. Aconsejo un lugar soleado, pleno sol o semisombra. Si por el contrario está en un lugar umbrío corremos el riesgo de que no llegue a florecer lo suficiente, incluso que no llegue a dar flor. Si viven en lugares fríos no hay problema para poder disfrutar de la capuchina, pues llega a tolerar pequeñas heladas, aunque no aquellas en las que las temperaturas bajan demasiado.

Requieren un abonado regular. Para este tipo de planta el alimento más adecuado será el pobre en nitrógeno. El guano va muy bien cuando se trata de conseguir una explosión de flores. A medida que la planta crece y va floreciendo es importante eliminar las partes que se van secando, nos ayudara a que la planta tenga buen aspecto y a que florezca más.

Opciones para plantar. El método más rápido y sencillo es comprar un ejemplar en maceta, pero si por el contrario quieren ver crecer esa planta desde el principio, les aconsejo que germinen unas semillas, es muy efectivo este proceso, lo mejor de todo es que podemos hacer en cualquier época del año el semillero, mantenemos ligeramente húmedo el sustrato y en menos de un mes aparecerán las primeras hojas, de ahí debemos pasarlas cuando ya tengan unas cuatro o cinco hojas a una maceta un poco más grande y en mes y medio comenzaran a aparecer las primeras flores. Hay especies, pertenecientes a mismo género que son tuberosas, muy fáciles de dividir y conseguir una planta a partir de un bulbito. El mayor problema que nos podemos encontrar es que tenga poca flor, posiblemente por estar en un lugar umbrío. La solución es colocar la planta en un rincón más soleado.

Manjar de pulgones. A los pulgones les encanta la capuchina, es una atracción fatal, pueden llegar a consumirla, importante tratar con agua jabonosa para eliminarlos. Esta planta siempre me llamó la atención por su dureza, pero lo que de verdad me conquistó es que podemos utilizarla para un sinfín de cosas más. Es comestible, las hojas tienen un ligero sabor picante, ideal para ensaladas con otro tipo de hojas y las flores ideales para decorar platos.

Contra las malas hierbas. El crecimiento rápido de la capuchina hace que sea interesante para eliminar malas hierbas, evitando que proliferen. Lo mejor de todo son los beneficios que puede tener sobre nuestra salud: desde dentro, pues nos puede ayudar por su alto contenido en vitamina C, para tratar catarros, bronquitis y demás afecciones respiratorias. Es diurética y puede controlar la tensión alta. Dicen que hace crecer el pelo más rápido y hay quien asegura que ayuda a prevenir la caída, aunque eso no está muy claro. Sí se sabe que ayuda a eliminar hongos de la piel y a curar heridas, mejora la circulación y mitiga los dolores musculares. Espero que esta planta, un tanto olvidada, también les conquiste.