José Manuel Tartiere Herrero, conocido cariñosamente como "Pipo", falleció ayer en Oviedo rodeado de su familia y amigos. Nieto del empresario José Tartiere y Lenegre (conde de Santa Bárbara de Lugones y que tiene una escultura en el paseo de los Álamos del Campo San Francisco por su contribución a Asturias y a Oviedo) era un gran aficionado al fútbol y llegó a jugar en varios equipos regionales a principios de los años cincuenta. Por ejemplo, estuvo en el Unión Ovetense y en el Pola de Siero. Además, era sobrino de Carlos Tartiere, el fundador del Real Oviedo en 1926 y el primer presidente del club azul.

José Manuel también apuntó maneras en el periodismo. Llegó a ser cronista deportivo bajo las órdenes de Ricardo Vázquez Prada en el diario "Región" durante un tour de Francia. "Era un enviado especial de ciclismo que además tenía una gran pegada en el fútbol", comentó ayer en el tanatorio de Los Arenales, su amigo y allegado de la familia, Francisco Álvarez-Buylla, que destacó su "enorme solidaridad y humanidad" y lo definió como "un gran amigo de sus amigos". De hecho, Tartiere Herrero fue una de las personas que más defendió la creación de una estatua a su amigo y médico, Plácido Álvarez-Buylla, en la plaza del Carbayón.

Jaime, uno de los hermanos del fallecido, le describió ayer muy emocionado como "el pivote de toda la familia Tartiere, y el rey de la generosidad y de la caballerosidad".