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La agencia inmobiliaria del cabildo en el siglo XV

Un libro de reciente publicación analiza la acumulación de solares, y su tipología, por parte de los poderes eclesiásticos

María Álvarez Fernández -izquierda- y Soledad Beltrán Suárez. N. OREJAS

En el siglo XVI, el cabildo de la Catedral constituía el grupo socioeconómico más pudiente de Oviedo y era con mucho el mayor propietario de casas de la ciudad, disponiendo del 40 o 50% de los inmuebles construidos intramuros, pero también de otras posesiones que se distribuían por el trazado urbano.

Con esos datos, y a partir de un estudio del patrimonio del cabildo recogido en un inventario realizado por la Catedral a finales del XV y principios del XVI sobre el estado de sus casas, realizado antes del incendio de 1521, las profesoras de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo María Álvarez Fernández y Soledad Beltrán Suárez analizan la situación de ese patrimonio y el comportamiento de sus titulares en el mercado inmobiliario ovetense, lo que permite, entre otras cosas, adentrarse en el estudio de la arquitectura privada doméstica, la tipología de las viviendas y los materiales constructivos, las personas que vivían en ellas y las rentas por las que estaban cedidas.

A partir del inventario, las profesoras amplían la investigación para documentar la presencia de otros grandes propietarios en la ciudad, recurriendo a todas las fuentes de patrimonio urbano: los monasterios de San Vicente de Oviedo, San Pelayo, Santa María de la Vega y la Cofradía del Rey Casto, es decir, los que se reparten el poder local.

Además, las fuentes municipales completaron la perspectiva referente al mantenimiento de los inmuebles urbanos -cerca de 200- y las prescripciones municipales sobre cómo debían ser las construcciones y las nuevas calles. En resumen, lo que era un primer proyecto sólo del patrimonio del cabildo se amplió a otros propietarios de la ciudad, con unos resultados que desvelan que el cabildo y los monasterios explotan el patrimonio inmobiliario de manera muy compleja.

Tanto que la solución que encuentran para evitar gestiones con los inquilinos es ceder las casas a personas (canónigos y nobles) que las gestionan a precios muy baratos, a veces, a perpetuidad. Los acuerdos son ruinosos para la Catedral y los monasterios por las escasas rentas que perciben, ya que, aunque con la cesión de los inmuebles se desentienden de sus mantenimientos costosos, las rentas van menguando y lo que reciben por tan amplio patrimonio son pequeñas cantidades.

A finales del siglo XV, Oviedo está inmerso en un momento de profunda crisis demográfica. "Salimos del siglo XIV con unas documentadas mortandades y no sabemos qué nivel de recuperación hubo en el XV. Estamos hablando de una ciudad que en los momentos de mayor población no alcanzaría los 5.000 habitantes", sostiene Soledad Beltrán.

María Álvarez describe la tipología de las viviendas como la propia de una ciudad medieval de casas pequeñas, de uno o dos pisos, como mucho tres - éstas documentadas con el término torre por tratarse de una casa de más altura-. "También encontramos humildad y modestia en los materiales: piedra sólo para la estructura y cimientos y madera para el resto de la construcción, de ahí la devastación que producían los incendios", comenta.

Tanto la piedra como la madera de la que se proveían eran recursos cercanos, la piedra procedía de dos canteras cercanas, la de Laspra y la de Santa Marina de Piedramuelle, y la madera era abundante en los alrededores. Para la cubierta utilizaban teja. Era una tipología constructiva casi idéntica a la que vemos en Castilla en este momento.

A través de algunos testamentos, las profesoras pudieron reconstruir la distribución interna de las casas, que contaban con una parte trasera con huerta y zona de establos, aprovechamiento agrícola y una amplia presencia de hórreos. En el menaje de las cocinas ya está presente la cerámica de Faro. Una parte curiosa de la casa es lo que llaman "la necesaria", término con el que denominaban a la letrina, una pequeña caseta y un foso situado al fondo de la huerta.

En el siglo XVI la casa era todo lo edificado dentro de un solar, lo que incluía el hórreo, establos, huertas, despensas... "Estamos en un Oviedo muy rural en el que muchas veces los propietarios de la ciudad tienen rentas agrarias y almacenan esos productos en los hórreos", explica Álvarez. Precisamente es la de los hortelanos una de las cofradías que más veces aparecen documentadas. En aquel Oviedo también había un alto número de artesanos y gentes que vivían de diferentes oficios.

La profesora Soledad Beltrán destaca la pobreza de la ciudad, "arruinada y con un caserío muy endeble". Aún está muy presente el incendió que en la Navidad de 1521 arrasó los barrios situados en el sector Suroeste, lo que fue un duro golpe para una urbe ya inmersa en una profunda decadencia desde el siglo anterior. En el incendio se quemaron 67 casas de las 187 propiedad del cabildo, lo que supuso cuantiosas pérdidas, pero también fue "un revulsivo", sostiene. A la larga, los cambios que se produjeron vinieron muy bien porque el municipio empieza a tener una mayor intervención en los asuntos de la ciudad, en ordenar calles, en hacer seguimiento de las construcciones, la traída de aguas... "Empieza de alguna manera la modernización de lo que ya sería el Oviedo del siglo XVI", añade Beltrán.

El estudio, que se presenta el jueves en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), acaba de ser publicado por la Universidad del País Vasco con el título "Vivienda, gestión y mercado inmobiliario en el tránsito de la Edad Media a la modernidad".

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