Era una reunión entre los tres socios para hablar del presupuesto municipal. Y era una reunión para cerrar un acuerdo y dejar enfilada la votación para que el próximo viernes en Junta de Gobierno, por fin, se iniciaran los trámites para la aprobación presupuestaria. Las intenciones eran esas, o eso se suponía a juzgar por las palabras de Rosón horas antes en la rueda de prensa que dio con Ana Taboada para quejarse del Principado. Allí, el edil de Economía vino a decir que tranquilos, que los flecos de unas cuentas que ya van tarde se iban a resolver pero ya.
La cita llegaba calentita porque el Alcalde, Wenceslao López, había elegido ese encuentro para reprochar a Somos que, otra vez, reclamaran en nombre del tripartito lo que no se había consensuado, ni siquiera se había hablado. Así la cita empezar no empezó muy bien.
Sucedió que al poco, superada la "bronca", Rubén Rosón anunció a los ediles presentes que no había llevado ningún documento sobre los presupuestos, como sus dos socios pensaban, que podían hablar y debatir pero que allí no tenía la hoja que tanto esperaban. Ellos, los que mandan, y nosotros, los ciudadanos.
La perplejidad, explican fuentes municipales, fue tan grande que la reacción fue clara: no hay nada más que hablar hasta que no se tenga la información. No es que el proceso se rompiera, porque no, porque no se rompió, es que el proceso simplemente se paralizó a falta de más datos. Se paralizó, conste en acta, a 11 de diciembre. O lo que es lo mismo: a 19 días de entrar en una prórroga presupuestaria que el edil pronostica que será de semanas y la oposición (y alguno más) de, "mínimo", mes y medio.
El joven concejal prometió mandar los papeles después por correo electrónico. Y lo cumplió. Pero mandó unas cuentas incompletas porque lo que llegó fueron los datos presupuestarios de todas las concejalías salvo las de las cuatro de Somos. Los socios entraron más en barrena, pero entendieron que no les queda otra que esperar. Esperar a que Rosón, por fin, salga de cuentas.
