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Nacho Guirado Blas | Ganador del premio "Asturias" de novela con su obra "Lo que sé del amor"

El nieto que inmortalizó a su abuelo

Escribe desde niño con el objetivo de contar la historia de su predecesor y, una vez hecho, ha narrado las más oscuras relaciones entre padres e hijos

El nieto que inmortalizó a su abuelo

Quería ser el protagonista de las novelas de Enid Blyton y se le antojaba que "Los Cinco" corrían sus aventuras en los patios de manzana que delimitaban las torres de la calle Guillermo Estrada de Oviedo y que, en un alarde de osadía, se colaban en el viejo Carlos Tartiere. Desde su casa veían una parte del campo del Real Oviedo, una pequeña parte que aumentaba más la imaginación. Pensaba que si era él el que escribía la historia nadie podría quitarle el papel protagonista y así sería el héroe de un barrio de Buenavista al que aún no le había crecido un Calatrava.

Nacho Guirado Blas nació en Oviedo en 1973 y en unos días presentará en público su última novela "Lo que sé del amor" con la que ha ganado el premio "Asturias", que concede la Fundación Dolores Medio y que es uno de los galardones con mayor trayectoria de la narrativa asturiana, nada menos que tres décadas.

Así empezó todo. Así es como empezó a escribir historias Nacho Guirado, un tipo tan tímido como seguro de sí mismo, tan introvertido como capaz de verse encabezando a la pandilla. Así iba anotando todo lo que le ocurría y todo lo que fabulaba. Así iba adentrándose en el mundo de la literatura, escribiendo y leyendo a escondidas con una linterna bajo las sábanas.

La infancia se desarrolló en aquel mundo, un barrio de Buenavista que no llegaba, ni de lejos, a la plaza de toros y que se acababa en Hermanos Pidal, una frontera física y vital que Nacho Guirado cruzó cuando cambió de colegio, del Baudilio Arce, en la acera de enfrente de su casa, al Auseva, en la falda del Naranco y que se magnificó con la carrera de fisioterapia. De aquellos juegos florales y literarios de la infancia surgió una obsesión, escribir la historia de su abuelo.

Los estudios de fisioterapia y osteopatía le permitieron tener la estabilidad suficiente para cumplir aquella suerte de promesa personal de que su abuelo no muriese nunca, de que perviviese en una novela. Pero la tarea no fue fácil. Hubo un entrenamiento previo. El protagonista de la historia cambió, había otro objetivo pero un hombre humilde sabe que el éxito no llega a la primera, que antes hay que dar rodeos y fajarse en muchos campos de batalla para ganar la guerra. Así que durante años dejó madurar la idea y decidió ir cogiendo músculo en esto de la escritura, de esa gimnasia mental, literaria y de disciplina surgieron varios libros y numerosos premios. "El abismo de la cama", "El beso que no di", "Antes de las doce", "Retratos de familia", "No siempre ganan los buenos", "Muérete en mis ojos" y "No llegaré vivo al viernes".

No eran más que práctica para llegar a escribir esa historia pendiente, "La lista de los catorce", que en 2009 sirvió a Nacho Guirado para contar la historia de todos los hombres y mujeres que vivieron a tragedia de una guerra incivil y que lucharon por la democracia. La deuda estaba saldada y la vida de Ignacio Blas Notario, militante socialista y presidente de la UGT de Yunquera de Henares, había quedado negro sobre blanco en una novela con muy buena acogida por parte de los lectores. Nacho Guirado había cumplido.

Pero cuando un niño empieza a escribir siendo un niño y se ejercita de adolescente teniendo claro un objetivo, no puede dejar de escribir por mucho que alcance la supuesta meta. Además Guirado tiene el tiempo y el espacio. A los 25 años dejó Oviedo para irse a vivir a una casa en La Carrera (Siero) y poner en marcha su consulta en La Pola. Ahora vive en Sariego con su esposa y dos niñas. Fueron curiosamente las dos niñas las que le dieron el tiempo necesario para escribir. Decidió que quería estar por las mañanas con las niñas y que ya que se lo podía permitir trabajaría sólo por las tardes. Se encargaba de las pequeñas siendo bebés y cuando empezaron al colegio él se quedaba sólo en casa con tiempo suficiente. Curiosamente la paternidad le dio tiempo en vez de quitárselo.

Tras "La lista de los catorce" Nacho Guriado sabía que tenía el tiempo y la capacidad para seguir escribiendo pero como todo buen escritor también tenía la duda de si debería dejarlo o seguir llenando folios en blanco. La disyuntiva duró un año y medio, meses de preguntas y de respuestas, unas veces que sí y otras que no, mientras en su cabeza se iba fraguando otra historia. "Lo que sé del amor". Decía que no escribiría más pero seguía tomando notas y guardando ideas, describiendo situaciones y personajes. Así que decidió que sí, que haría otra novela, pero al final fueron cinco, cinco versiones de principio a fin de la que por ahora es su última obra, una novela tan terrible como la vida misma en la que se plantea el amor fraternal desde un punto de vista desgarrador y que le clava al lector una repugnante pregunta en las entrañas: ¿todos los padres quieren a sus hijos? O ¿a qué precio puede permitirse un hijo no querer a sus padres?

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