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La columna del lector

Otro plano de realidad

Sería de agradecer que el tripartito municipal (Somos, PSOE e IU) pusiese el mismo empeño y tesón en gobernar Oviedo que el que pone en complicarles la vida a los ovetenses. Con mil y un asuntos pendientes de resolución -una huelga de basura que planea sobre las fechas navideñas, los hosteleros contra la normativa de terrazas, una ciudad deteriorándose sin que nadie haga nada por remediarlo (véanse los baches de Hermanos Pidal, por poner sólo un ejemplo)-, nuestros creativos gobernantes municipales ponen manos a la obra y deciden promover un boicot contra los productos israelíes, trasladar una feria ganadera a un parque público o cambiar el nombre de una plaza, la de la Gesta, para que lleve el nombre del activista sudafricano Nelson Mandela. Sinceramente, creo que tanto el alcalde, Wenceslao López, como los concejales que forman parte de su equipo de gobierno viven en otra dimensión, en otro plano de la realidad, y no tocan pie con la de miles de ciudadanos que sólo esperan -vana esperanza- que su Administración más cercana, su Ayuntamiento, les facilite la vida en vez de dificultársela.

Un Ayuntamiento gestiona servicios de primera necesidad. De él dependemos para disponer de suministros tan básicos como el agua, para garantizar la limpieza, la seguridad, el cuidado de unos espacios que todos construimos y colaboramos a mantener con nuestros impuestos... Entiendo que la gestión de todos estos asuntos, vitales para el correcto funcionamiento de una urbe, no es sencilla. Hay mucho trabajo, papeleo, gestión de bienes y organización de personas para que ese complicadísimo engranaje funcione a la perfección y para poder actuar con agilidad en caso de que deje de hacerlo. Quizá por ello nuestros representantes del tripartito prefieren elevarse sobre tanta cotidianeidad y promover apasionantes debates sobre asuntos de política internacional en los que no tienen ninguna competencia. O trasladar cosas que ya disponían de su espacio. O poner otro nombre a las que ya lo tienen.

Los vecinos de la plaza de la Gesta son las víctimas de la penúltima ocurrencia de nuestros nada prácticos gobernantes municipales. Los cambios de dirección postal por decreto ocasionan innumerables molestias y fatigas a los que los padecen, además de suponer un gasto considerable para proveedores, empresas y negocios, cuya papelería corporativa pasa a quedar inservible de un día para otro. Y es aún más lastimoso que el ciudadano de a pie tenga que padecer ese quebranto por decisión personal de sus gobernantes.

La plaza de la Gesta de Oviedo -ése es su nombre completo-, con casi seis décadas de existencia, es un espacio urbano especialmente singular, tanto por su concepción como por la nómina de destacados artistas -Paulino Vicente, Ruperto Caravia, Luis Prieto Bances, Fernando Cruz Solís, Joaquín Vaquero Palacios?- que participaron en su diseño.

El espacio de la plaza, la iglesia de San Francisco de Asís, el monumento adosado a la fachada del templo -un ángel con la palma del martirio en las manos- y el edificio lateral sede de EDP, que los ovetenses bautizaron en su momento como "La Esquelona", conforman un conjunto que no fue concebido como una exaltación de la dictadura, ni siquiera de la Guerra Civil, sino como un memorial, un homenaje a los caídos en la contienda.

Sabemos que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Y que el rencor y el revanchismo deterioran nuestra convivencia y nos empobrecen como sociedad. Por eso, en este caso, el cambio está poco o nada justificado en relación a la aplicación de la ley de Memoria Histórica, cuyo texto hace referencia al espíritu de reconciliación y concordia de la Transición. Seamos consecuentes. No es lícito exigir respeto y honra para las víctimas de un bando a costa de menoscabar el respeto a las víctimas del otro e intentar borrar su memoria. Creo que hasta Nelson Mandela estaría de acuerdo.

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