Quién iba a pensar que un compositor como Arnold Schönberg, sumido en la pobreza, se tuvo que poner a pintar cuadros como un loco para llevar algo de dinero a casa. O que Alban Berg, perteneciente a la clase alta de Viena, aborrecía el jabón y su mujer le perseguía por casa con una pastilla en la mano porque se pasaba días sin lavarse. O que Anton Webern, uno de los máximos exponentes del dodecafonismo, se animara a ir por primera vez a cenar a casa de su hija y su yerno, en los días del final de la Segunda Guerra Mundial, y al salir a fumar a la calle, un soldado aliado lo confundiera con un alemán y lo matara de varios disparos.

Estas son algunas de las anécdotas que recoge el abogado Alberto Zurrón en su libro "La vida insólita de los genios de la música", que presentó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. "El mundo y la historia serían un debacle sin los músicos", señaló. El autor afirmó que el Derecho para él es "una herramienta de trabajo", y que sus grandes pasiones son "la literatura y la música", dos artes que une en este libro, que se ha dividido en dos partes. "Esta primera parte habla más de anécdotas biológicas y psicológicas de los grandes genios. El segundo volumen, que saldrá en primavera, se centra en el proceso creador, pero no desde un punto de vista aburrido". De ese aburrimiento se alejó también al no presentar este primer libro ordenándolo como una biografía de compositores, directores o intérpretes, "sino aunando las características o los conceptos que los unían como los egos y los miedos, las profesiones que realizaban fuera de la música, su increíble oído, su memoria prodigiosa o su amor por el dinero". Zurrón asegura que los músicos "no me gustaban en sus pedestales, porque ellos están más vivos. Habitan dentro de nosotros, comparten todos los momentos importantes de nuestra vida".

Para este momento especial, Zurrón se quiso rodear de amigos y nombres relevantes de la musicología, que solo tuvieron palabras de agradecimiento y alabanza para el autor. La doctora en Musicología por la Universidad de Oviedo Encina Cortizo destacó que este libro ayuda a ver "lo que hay detrás de estos genios", con una prosa delicada. Además, destacó el poder del título como herramienta "para acercar a los jóvenes la música". El escritor y colaborador de este diario Pepe Monteserín, subrayó que el autor "apunta alto y se apoya en las personajes y gente importante, pero no por falta de confianza sino por humildad. Y para ser humilde hace falta grandeza y bondad, que es lo que le caracteriza". El crítico musical y director artístico de los conciertos del Auditorio y las Jornadas de Piano de Oviedo, Cosme Marina, insistió en que, ante los recortes que se han realizado en la educación musical de España, "este libro es una herramienta para luchar contra el analfabetismo musical de este país". Por su parte el magistrado del Tribunal Superior de Justicia, Ángel Aznárez, destacó que lo que más ternura le provocaba es "cuando la naturaleza crea hijos con grandes defectos, y entre los músicos había muchos. Por eso este libro está lleno de personajes que provocan una inmensa ternura".