Muchos lo intentan pero sólo los más intrépidos lo consiguen. Y los que saben ganarse el cariño de los clientes gracias a su buen hacer. Sólo así podría explicarse cómo Oviedo cuenta con establecimientos, como el Mesón Casa Pedro, que llevan varias décadas llenando sus comedores. Restaurantes y mesones de personalidad y casta que logran hacerse un hueco en las agendas gastronómicas de ovetenses y visitantes. Este éxito no suele ser fruto de la casualidad. Más bien de combinar factores esenciales como una cocina que aúna la tradición con los toques de innovación y modernidad que requiere la cocina actual, un personal cercano y familiar que hace que el comensal se sienta como en su propia casa, y una decoración acogedora, con mesas, sillas y bancos de madera alrededor de la barra y un cálido comedor. Dicen que las mejores esencias se hallan en frascos pequeños, y esto también podría aplicarse a la hostelería. Tener más tamaño no es sinónimo de mayor calidad ni destreza culinaria.

Sus módicos y artesanales menús diarios o de fin de semana, en los que se ofrecen atractivas alternativas tanto para el primer y el segundo plato como para el postre, suelen llenar jornadas tras jornada sus instalaciones. Muy pocas personas que presuman de disfrutar comiendo pueden resistirse a unas sabrosas patatas con pulpo, crema de verduras, huevos a la flamenca dignos de boda asturiana -plato adornado y elegante que nunca faltaba en los enlaces-, crujientes croquetas de jamón, albóndigas espesas de salsa, tortilla de bonito, patatas fritas o las ensaladas. También las tapas, el marisco, las tartas caseras y los guisos, aunque si hay un producto estrella asturiano actualmente es el cachopo. En parte, gracias a estos locales que, hace más de veinte años, decidieron incorporarlos a sus cartas a pesar de que llevan una temporada "de capa caída". Fue un acierto total. Posiblemente es el plato más popular actualmente de la cocina asturiana dentro de nuestras fronteras, sobre el que la gente habla, compara y busca lo mejor, mientras que fuera de la región empieza a salir del anonimato y a codearse con otros como la sempiterna fabada, el arroz con bogavante, el pote o la sidra. Muchos son los que lo han incorporado a sus propuestas, pero son pocos los que lo han convertido en su carta de presentación. Dos tiernos filetes de ternera rellenos de queso y jamón serrano, y todo ello empanado y crujiente. Receta clásica y deliciosa que suele tener un gran tamaño y presentarse acompañada de patatas caseras, pimiento asado y ensalada. Imposible, o casi, terminárselo una persona sola.

Variedad, calidad y cercanía. Si se quiere disfrutar de una cita gastronómica sin precedentes, los restaurantes familiares, con una cocina económica y casera, son la opción más acertada.