Vivir la ira es una cuestión complicada. La primera razón es el miedo al rechazo, cuantas veces hemos escuchado eso de "cuando estas enfadado no te quiero", por ello hemos integrado que, socialmente, el enfado no es bienvenido. Así, nuestra propia cólera se vive como una amenaza: "¿voy a seguir siendo amado si muestro esa ira?. La segunda razón, es que todos los días vemos las dramáticas consecuencias de la ira, por la que se dejan llevar algunas personas. Provoca insultos, golpes, incluso crímenes. Y como las consecuencias son destructivas, creemos que lo destructivo es la ira. En el fondo, lo que tenemos es una confusión entre el sentimiento de ira, y lo que cada uno de nosotros hace con ese sentimiento.

Efectos peligrosos. Aunque los efectos pueden ser dañinos, la ira es un sentimiento saludable. Indica que hay necesidades vitales insatisfechas y que es urgente prestarles atención. Cuando siento que "estoy fuera de mi" lo primero que hay que hacer es "volver a uno". Así la ira nos indica que nos pongamos en los "cuidados intensivos" de nuestra propia escucha, de nuestra propia empatía.

Enterrar la ira es enterrar una mina, y si desde la infancia llevamos reprimiendo nuestra ira, estamos sentados sobre un campo de minas que antes o después van a explotar. Puede que solo se necesite una contradicción menor, una frustración, para que una gota haga desbordar el vaso de 20, 30, 40 años, o mas, de ira contenida. Puede ser que todo estalle de pronto. Entonces acabaremos montando una bronca desproporcionada para las circunstancias.

Para que esto no suceda hemos de tener la precaución de desactivar nuestra ira con regularidad. No es el otro el responsable de que mi vaso esté lleno a rebosar, pero hemos de encontrar la manera de decir a los demás "nuestras verdades" sin necesidad de atacarlos con agresividad.

Desvincular a los demás. Para expresar de forma plena nuestra ira es necesario desvincular a los demás de cualquier responsabilidad. Para ello hemos de aprender a distinguir entre el estímulo y la causa, de nuestros sentimientos. Aunque nos cueste creerlo, nunca nos enojamos por lo que hizo otra persona. Su conducta puede ser el "estímulo" de nuestro enfado, la causa está en nuestra manera de pensar, es decir, cuando buscamos culpables dirigiendo toda nuestra energía hacia el castigo de los demás, en lugar de tomar conciencia de nuestras necesidades y atenderlas de la forma más adecuada.

Buscar la tranquilidad. Para comunicar adecuadamente nuestra ira, podemos tratar de tranquilizarnos. Respirar abdominalmente es especialmente eficaz cuando estamos muy alterados. También podemos dar un paseo o hacer algo de ejercicio para quemar adrenalina. A continuación prestaremos atención a todos los pensamientos que se agitan en nuestra cabeza y como nos hacen sentir.

Seguidamente nos conectaremos con las necesidades que yacen detrás de esos sentimientos Finalmente estaremos preparados para expresar como nos sentimos, y que es lo que necesitamos de los demás, de manera que puedan escucharnos.