Virginia Read Escobal es de Oviedo, a pesar de que su acento al hablar delate que nació al otro lado del Atlántico, a las orillas del Caribe que baña la República Dominicana. El destino la trajo a la ciudad en la que siempre vivió su marido. Desde muy pequeña su padre le hizo consciente de la importancia de conocer y conservar la naturaleza, tal vez, por eso se encuentra tan feliz en Asturias. Creció con libros y papeles en la biblioteca de su abuelo y en la trastienda de su farmacia, mirando libros de arte y dibujando. Poco a poco se convirtió en amante de la lectura y de los libros. Estudió arquitectura y más tarde se lanzó a escribir e ilustrar cuentos infantiles.

Del Caribe a las praderas del Naranco. "Nací en Santo Domingo, la capital de República Dominicana, y me críe allí. Mis recuerdos de la infancia son fantásticos, en el seno de una familia muy amplia. En el mismo bloque vivíamos nosotros, mis tíos y mis abuelos. Crecí rodeada de primos y de los libros de mi abuelo, que era farmacéutico y tenía una biblioteca estupenda. También era un hombre muy recto. De niña emigré unas cuantas veces a Estados Unidos. Pasé muchos años allí por motivos laborales de mi padre. En realidad, fui a siete colegios en mi infancia. Es bueno y e s malo. Tienes que adaptarte mucho y es verdad que aprendes, pero no acabas de arraigar en ningún sitio. Por eso, regresar a Santo Domingo siempre era volver a casa. Aún hoy, conservo un poco esa sensación".

Los viajes y el amor por Asturias. "Procuro viajar a mi país al menos una vez al año. Tengo allí a mi madre y conservó buenos amigos. Pero esto no significa que no quiera a Asturias. Me siento asturiana y ovetense. En realidad, he vivido aquí más de la mitad de mi vida. Me encanta esta ciudad".

Una creatividad innata, volcada en la arquitectura. "Estudié arquitectura en Santo Domingo y cuando llegué a España intenté ejercer la carrera. Se complicaron las cosas, porque para convalidar el título tenía que irme dos años a estudiar a Madrid. Ya tenía dos hijas y al final no pudo ser. Desde luego, nunca me he arrepentido. Siempre he encontrado cosas interesantes que hacer".

La falta de sol y de mar, suplida con la cordialidad de la gente. "Me vine para Oviedo cuando me casé, Mi marido es de Sariego, pero ha vivido casi siempre en Oviedo. Se fue a Santo Domingo a estudiar odontología, como hicieron muchos españoles, y así nos conocimos. Yo siempre digo que a mi fueron a buscarme, que no vine yo (risas). Al principio noté mucho la falta de sol y de mar. Claro, después de criarme al borde del Caribe, en una isla, esas cosas se extrañan. Pero luego fui adaptándome, sobre todo por la cordialidad y el buen recibimiento que tuve por parte de la gente. Valoré más las múltiples ventajas de Oviedo a medida que nacieron mis tres hijos, que ahora tienen 24, 21 y 18 años. Los niños se sienten muy asturianos, pero cuando están en Santo Domingo se integran muy bien. La mayor es graduada en odontología y se fue allí para seguir estudiando".

El gusanillo artístico. "Al no poder ejercer la arquitectura siempre me quedó ese gusanillo, las ganas de crear algo. Empecé haciendo ilustraciones. Mi hermana me sugirió diseñar un cuento sobre nuestra infancia. Así empezó mi relación con las publicaciones infantiles. Seguí con ilustraciones y luego ya me animé con los textos. Me dedico a la literatura infantil y juvenil, y he promovido la iniciativa llamada : Lleva un libro en la maleta, para ayudar a los niños de República Dominicana. Los libros que están en buen estado se envían allí y se hacen llegar a las bibliotecas , a sitios fuera de lo que podríamos llamar circuito oficial. El país ha avanzado mucho en los últimos años, pero los libros de calidad no llegan a manos de todos los niños. Los mejores críticos de mi trabajo siempre han sido mis hijos. También he ilustrado libros de texto en República Dominicana".

Un apellido escocés.

"Read, mi apellido, es de origen escocés, y en inglés, significa leer, es una curiosa coincidencia. Siempre fui muy lectora desde pequeñita. Pienso que la lectura acompaña a los niños y luego nunca les abandona de adultos".

Largas caminatas por la ciudad. "Una de las cosas que más me gustan de Oviedo es la gran variedad de paseos que ofrece. Me encanta caminar. No cambiaría esto por Santo Domingo. Oviedo como ciudad, es mucho mas agradable. Santo Domingo es una población horizontal, el tráfico es un caos. Antes no era tan problemática como ahora. Además, Oviedo tiene una gran oferta cultural".

Aficionada al baile. "Me fascina bailar. He practicado zumba y danza del vientre, entre otras modalidades. La oferta deportiva es enorme. Me encanta la comida asturiana, pero la cocina no es mi fuerte. Mi suegra me enseñó a cocinar y de ella aprendí a hacer platos de cuchara. Eso sí, a todo le doy un toque de allí, con las típicas especias . Un vez a la semana hago algo dominicano como arroz con habichuelas".

Al principio me costó un poco adaptarme a la forma de ser de los ovetenses. Confieso que la gente me parecía un poco brusca, en comparación con la forma de ser de la gente de mi país. Pronto me di cuenta de que aquí no se estilan las medias tintas. En cambio, nosotros tenemos fama de ser más suaves, y es verdad. Pero lo cierto es que me acostumbré perfectamente a todo esto y ahora tengo el corazón dividido. Todo el mundo ha sido muy acogedor conmigo, aunque no es menos cierto que todo el mundo tiene que poner de su parte para relacionarse".