La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Chino para "conocerse a uno mismo"

Los padres ovetenses de niños orientales quieren que sus hijos aprendan el idioma y la cultura de su país de origen para "que no pierdan sus raíces y sean competitivos"

Carlos Garcimartín, Paula Lei García, Triana Gardey, Adrián López, Paulai Riera, Mateo Jián Vallina y Quiu Carreras. De pie, las profesoras Renfeng Zhao, "Esther", y Susana Rubio. LUISMA MURIAS

Ana Ling García estudia chino desde hace cinco años para "conocerse mejor a sí misma". Es capaz de mantener una conversación básica con un mandarín, aunque no demasiado fluida porque necesita que le hablen despacio "para entender bien". A sus once años comparte pupitre en una academia con otros chavales de su edad, la mayoría de origen oriental como ella. En cuanto sus padres le dijeron que iba a aprender la lengua de su país de origen le pareció bien. "Ellos querían que conociese el idioma y la cultura china lo antes posible para que no perdiera el contacto o me desentendiese de mi tierra. Ahora cada vez quiero saber más cosas", explica esta alumna del colegio Dulce Nombre de Jesús (Las Dominicas), con la mochila al hombro y a punto de tomar asiento en el aula.

A la academia de chino, en la calle Foncalada, llega también el pequeño Paulai Riera con su madre Adelina Serna. Es un terremoto de cinco años que insiste en decir que en realidad tiene "cinco y medio". Empezó hace unos meses las clases particulares, aunque a su familia adoptiva le hubiese gustado apuntarlo a lengua vietnamita. Paulai vino a Oviedo con cinco meses procedente de Vietnam. "Pesaba poco más de cinco kilos y era muy chiquitín. Ahora no para, sabe perfectamente de dónde es y por qué está con nosotros", explica su madre, que le matriculó en la academia porque "no hay nadie que enseñe vietnamita en Oviedo y porque queremos que tenga la mejor vida posible". Paulai, cuyo nombre significa "paz", va a al colegio Baudilio Arce. "Allí organizaron una clase extraescolar de chino el curso pasado que, aunque es muy buena idea, mezclaba a niños de todos los niveles, y el crío no avanzaba mucho", comenta Riera, orgullosa de que el niño haga deberes en chino.

Jorge Vallina y Gloria Rodríguez están convencidos de que el chino es el idioma del futuro. Matricularon a su hijo hace dos años en una academia de Gijón, pero la profesora -oriental- tuvo que regresar a China para cuidar de sus padres. Ahora Mateo Jián Vallina, de diez años, va a clase una vez por semana en Oviedo tras salir del colegio Parque Infantil. "Cuando sea un poco más mayor me gustaría ir un verano a Tian Jin, que es donde nací, para ver los fósiles de dinosaurios extinguidos. "¿Sabías que China es el país que conserva más dinosaurios raros?". A Mateo le encanta hablar de su país de origen. "Creemos que este tipo de formación hace que el niño no pierda sus raíces y sea competitivo", comentan sus padres al dejarlo en clase con las profesoras; Susana Rubio (propietaria del academia) y Renfeng Zhao, conocida en España como "Esther".

También Paula Lei García, de 12 años, se cambió de academia este año. Su profesora era la misma que Mateo y no dudó en buscar una solución alternativa en Oviedo. Estudia el idioma desde hace siete años y le gustaría ser profesora de chino más adelante, cuando acabe sus estudios en el Instituto Fleming y en la Universidad, Eso sí, "todavía tengo que mejorar la pronunciación" para ser maestra.

Compartir el artículo

stats