Diego Parrondo regresó ayer al que había sido su colegio, el San Ignacio. Allí terminó el Bachillerato hace dos años y medio. De allí salió pisando fuerte y pensando en la Universidad; y allí entró ayer, sobre una silla de ruedas, dispuesto a ofrecer una lección de vida y optimismo. Ya ha pasado tiempo desde la tarde que cambió su vida, cuando celebraba con sus amigos que la prueba de acceso a la Universidad (PAU) había terminado. Un accidente fortuito le sentó de por vida. Y ahora, desde la silla, ofrece su experiencia, cuenta cómo le va la vida en Holanda -vive allí con su familia por el trabajo de su padre- y lanza al aire su ambicioso proyecto de convertirse en 2020, en Tokio, en el primer deportista tetrapléjico que represente a España en unos Juegos Paralímpicos. Se prepara para dar la talla en atletismo adaptado. Necesita una silla especial, nada barata, para mejorar y dejar atrás una vieja que había conseguido. "Es tan vieja como yo, veinte años", dijo cuando se publicó su historia en LA NUEVA ESPAÑA. Un dentista ovetense que la leyó le aseguró que pediría a los Reyes Magos una silla nueva para él. Ahora, Diego Parrondo anda a la búsqueda de patrocinadores que le echen un cable con los gastos de las competiciones.

Ayer, en el San Ignacio, el exalumno se sometió a una simpática entrevista que le hizo uno de sus antiguos profesores de Educación Física, Fernando Carro. Estaba lleno hasta la bandera. "Hay que relativizar los problemas, saber lo que es verdaderamente importante en la vida", arrancó Diego Parrondo, que ya demostró que no se le pone nada por delante. Tiene un ánimo a prueba de bomba. Ni un mes en la uvi del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), ni tres más en la del Hospital Nacional de Tetrapléjicos, en Toledo, pudieron con su espíritu de superación. "Primero dijeron que tendría que vivir pegado a un respirador; a las tres semanas me reconstruyeron la vértebra cervical rota y le dije a mi abuelo que iría a unos Juegos Paralímpicos".

En Toledo empezó a ver la vida con otra mirada. Le puso coraje, sacrificio y buen humor. Se echó una novia, y después otra, una médica con la que sigue. "Dicen que siempre fui un ligón, pero ahora me doy cuenta de que ligo más sentado que de pie". El público se partía de risa. Y el entrevistado cogió carrerilla. "Cuando me preguntan qué tal estoy respondo que sobre ruedas". Más carcajadas. "Soy 'El Ruedas'", añadió. Aplauso intenso.

Y Diego se puso serio: "El éxito es el trabajo y el sudor, el 1 por ciento restante es talento. Apuntaos a todas las actividades, nunca sabes cuándo será la última vez que puedas hacerla".