La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ENRIQUE MORADIELLOS | Catedrático de Historia en la Universidad de Extremadura

"Este país era muy benevolente con la corrupción hasta que se acabó el dinero"

"Nos abrimos a nuevas formaciones porque los grandes partidos ya no pueden garantizar la estabilidad"

El catedrático de Historia Contemporánea Enrique Moradiellos. LUISMA MURIAS

Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) es uno de los mayores expertos en la Guerra Civil española, un tema sobre el que tiene publicados varios libros. Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura, demuestra con su discurso cargado de expresividad que vive de su pasión. Mañana, a las 19 horas, en el salón de actos de la Biblioteca de Asturias "Ramón Pérez de Ayala", Moradiellos ofrecerá una conferencia titulada "La sombra de Franco es alargada. Notas en el aniversario del Caudillo", en un acto organizado por Tribuna Ciudadana.

-¿Cómo es esa sombra que ha dejado Franco?

-Ligera, cada vez más difusa y menos trascendente para la vida de los españoles. Franco es un espectro del pasado difícil de interpretar de manera única. Hay una sutil indiferencia sobre el tema en España, porque no es muy conocido ni muy citado a partir del año 75. Y eso que la mayoría de los españoles todavía nos socializamos con Franco.

-¿Y a qué se debe ese silencio?

-En la transición se firmó un pacto no de olvido como tal, pero sí de no utilizar políticamente el régimen, su origen y sus consecuencias. Pero, a pesar del paso del tiempo, los que vivieron el Franquismo siguen completamente divididos, lo demuestran las encuestas.

-¿Las nuevas generaciones han superado esa división?

-Sí, han vivido otra vida, no saben lo que es la falta de libertad o el sometimiento. Franco fue omnipresente durante 40 años. Era el líder de un régimen de dictadura soberana, el Caudillo por gracia de Dios y victoria. La persona que concentraba todos los poderes del Estado. Era un icono de la sociedad española. Estaba en el callejero, en las paredes, en los periódicos, en el cine, en estatuas. Un señor de tal culto se convirtió en un ausente para las nuevas generaciones, y eso es muy extraño.

-¿Qué restos del franquismo quedan en la sociedad actual?

-En lo que más se nota es en la cultura política del país. El gusto por la personalización a la hora de elegir un partido, la identificación del gobierno con el concepto de nación, la complacencia y benevolencia con la corrupción que hubo hasta ahora, entre otras cosas. En muchas comunidades autónomas como Cataluña o Valencia se conocían las actividades corruptas de sus políticos, y se consentían. La corrupción se extiende en las sociedades acomodadas, y es lo que pasaba en España. La gente veía mal que un corrupto fuera a la cárcel. "No ha matado a nadie", decían muchos. Mario Conde se ponía como ejemplo de líder. En este país se hacía y se deshacía al antojo de cada uno. Pero estalló la crisis, y cuando no hubo dinero, nos parecieron hechos intolerables.

-Los resultados de las elecciones, ¿son también un efecto de la crisis?

-En cierta forma sí. En España se votaba a los grandes partidos porque eran los que garantizaban la estabilidad. Pero como en los últimos años ya no lo pueden hacer, nos abrimos a nuevas formaciones. Pero si estos nuevos partidos forman gobierno, tienen que conseguir estabilidad, si no la situación se puede volver insostenible y muchos cambiarán su voto en las siguientes elecciones.

-¿Se ha aplicado bien la Ley de Memoria Histórica?

-No en todo, había muchas cosas pendientes. Enterrar a todos los muertos es la única forma de pasar página.

Compartir el artículo

stats