Las ocas se convirtieron ayer en estrellas de la tarde con permiso de Melchor, Gaspar y Baltasar. Al grito de "¡yahooo!" un pastor las guió por el recorrido de la cabalgata, justo detrás del Gran Kan de Manchuria y delante de la banda de gaitas "Ciudad de Oviedo". El efecto conseguido siempre era el mismo: Gritos, aplausos, risas y todo tipo de elogios. Los animales parecían bailar en el asfalto al seguir las órdenes de su amo. Eso sí, los tres Magos fueron los reyes indiscutibles de la tarde y consiguieron mantener a raya la lluvia, que apareció de forma intermitente sin llegar a poner en peligro el desfile de Navidad más largo de la historia de Oviedo.

Los 1.700 figurantes (unos cien más que el año pasado) del espectáculo desfilaron puntuales a un ritmo pausado, con tiempo suficiente para que los 37 pasos se detuviesen unos minutos ante el público que se congregó en Independencia, Uría, San Francisco, plaza de la Catedral, Águila, Jovellanos, Argüelles, plaza del Carbayón, Alcalde García Conde, Covadonga y Melquíades Álvarez. Según la Policía Local, la tarde fue tranquila y sin incidentes y cerca de 25.000 personas asistieron a la cabalgata. Además, al contrario que en años anteriores, el público se distribuyó uniformemente por el circuito. Otras veces las familias y los críos abarrotaban la calle Uría y el entorno del Campo San Francisco. Ayer, en las aceras llegó a haber hasta tres filas de personas. Con tal cantidad de público, no siempre era fácil ver bien la cabalgata. Sobre todo cuando caían algunas gotas y se abrían los paraguas.

Con Melchor llegó la locura. Iba en novena posición subido en una carroza plateada tirada por cuatro caballos blancos. "Melchor, Melchor, te queremos. Tíranos caramelos", decían los chavales. Sin embargo, no voló ningún dulce. Los pajes y los ayudantes reales se los dieron en mano para evitar riesgos innecesarios. Esta medida fue una constante que se mantuvo durante las dos horas en las que la cabalgata completó su recorrido, con salida y llega en la calle Independencia, frente a la Escuela de Minas.

La música también estuvo presente de principio a fin. Nueve agrupaciones musicales tocaron villancicos populares a ritmo de gaita, tambor o trompeta. Así, " A Belén Pastores" o "Hacia Belén va una burra, rin, rin" sonaron gracias la banda de música del Principado, la de San Salvador, la de la Hermandad de Jesús Cautivo, la de Guardo (Palencia), la banda de gaitas "Ciudad de Oviedo" bajo las órdenes de José Manuel Fernández Gutiérrez, "Guti", la banda de música "La Lira" de Toro (Zamora), la de Miera (Lugo), la agrupación "Ciudad de Oviedo" y la banda de Foz.

Gaspar recibió otra gran ovación. Su paso era el número dieciocho, en tonos dorados y carmesí, y acompañado por cuatro corceles de la caballería de Siam. De nuevo los críos pidieron caramelos y los recibieron en mano. Apenas los desenvolvieron cuando se quedaron con la boca abierta al ver llegar al sultán de Etiopía con sus treinta y cinco ayudantes. Todos portaban lanzas, algunas muy antiguas de madera y hierro hechas en el continente africano. "¡Ya viene Baltasar!", exclamaron un montón de niños al mismo tiempo. Y tenían razón, el Rey apareció muy sonriente lanzando besos desde su palio dorado, mientras algunos músicos no tenían más remedio que ponerse la capucha por la lluvia.

Los Reyes también visitaron la zona rural del municipio en horario de mañana y tarde -que por algo son magos- y atendieron a todos los niños que se acercaron a los centros sociales de Tudela Veguín, La Manjoya, San Esteban de las Cruces, Anieves, Tudela Agüeria, San Claudio, Las Campas, Villapérez, Colloto, Faro, Santa Marina de Piedramuelle, Caces, Las Caldas y Sograndio. Es más, Melchor, Gaspar y Baltasar sacaron tiempo a mediodía para ver a otros chavales, familias e incluso a representantes del gobierno local en el edificio del Pavo Real, en el Campo.