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"Nunca presumió de sus hallazgos, quería salvar el patrimonio", asegura su familia

Algunas de las reproducciones de los grabados prehistóricos de las cuevas asturianas realizadas en su día por Magín Berenguer. LUISMA MURIAS

El crítico de arte de este diario afirma que Berenguer "combinaba en sus pinturas el naturalismo con toques poscubistas" y explica que algunos de sus temas preferidos eran los marineros o los juegos infantiles. "En el Centro Médico hay un cuadro suyo muy grande de unos niños en un columpio que refleja bastante bien su estilo", explica Rubén Suárez. El pintor ovetense también es autor "de murales religiosos que hay en muchas iglesias asturianas, hizo más de cien exposiciones" y cuenta con una obra escrita "que también es muy importante", destaca el periodista Evaristo Arce. En su opinión, "Berenguer fue una figura muy destacada en infinidad de campos".

Su trabajo era metódico, constante y no escatimaba con las horas de esfuerzo cuando tenía un proyecto entre manos. "Iba con su caballete hasta las cuevas o a las iglesias y allí se ponía a dibujar durante todo el día. Era una persona muy trabajadora y concienzuda", resalta uno de sus cinco hijos, el arquitecto Magín Berenguer Díez. "A mí me contaba que a veces acudía a los sitios a los que iba a dibujar en autobús y cargando con todo el material necesario. A veces lo acompañaba su mujer -la fallecida Carmenchu Díez- y otras alguno de sus hijos", asegura Lorenzo Arias.

Pero también trabajaba en casa. "Tenía una habitación en la que almacenaba muchos de sus trabajos y fotografías y en la que también pintaba cuadros o murales de grandes dimensiones que después trasladaba a los espacios en los que iban a ser instalados", rememora su hijo, al que también le tocó echarle un cable al pintor en alguna de sus incansables aventuras. "Hubo un verano que me recorrí con él toda Asturias, parroquia a parroquia. Documentaba todo el patrimonio cultural que se encontraba en el camino y de aquello salió la primera guía turística de calidad que se hizo en Asturias". Magín Berenguer Díez se refiere a la obra "Rutas de Asturias", publicada en el año 1968.

Su hijo asegura que su padre nunca se negó a que sus trabajos pudiesen ser utilizados en favor de la conservación del arte asturiano. "El no quería presumir de sus hallazgos, sólo quería que no se perdiese un patrimonio que él amó y respetó durante toda su vida". Para reflejar el currículum de Magín Berenguer harían falta dos páginas de periódico, pero entre otras cosas fue miembro del Instituto Arqueológico Alemán, inspector de Monumentos Provinciales y en su día recibió la Cruz de Alfonso X.

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