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La ciudad y los días

El enemigo necesario

No parece justo que la Corporación tome partido frente a una parte de la población ovetense

El enemigo necesario

Históricamente es observable que los totalitarismos necesitan adversarios, enemigos preferentes a los que atribuir todos los males, falsos o hipertrofiados por la propaganda. Si se excava más adentro, sería posible hallar una búsqueda de chivos expiatorios, de pretextos en fin, por presuntos agravios, reales o estimados, que de algún modo respalden una reacción defensiva. No otra cosa ocurrió con el comunismo soviético y el nazismo alemán, causantes de los mayores desastres de la historia. Modelos germinales aún latentes en ciertas formaciones occidentales, no pocas veces de significación local, cuya razón de existir es el bien público, pese a lo cual toman partido por una ideología obviando la neutralidad y la defensa del bien común que les dan sentido.

Modelo a escala, por cierto, que tenemos muy cerca y que ha irrumpido en el poder local como un elefante en una cacharrería, incluso echando mano de viejísimas obsesiones superadas por los acontecimientos. Si el amable lector sigue con despierto interés la actualidad local sabrá que me refiero a los nuevos estilos de gobierno que nos sorprenden por cercanías empeñados en demonizar la gestión de corporaciones anteriores de diferente signo político.

No afirmaré yo lo contrario, ni en este caso trato de defender a nadie, que quede claro, pero se me permitirá juzgar, acaso en mi ignorancia, que estas nuevas formaciones tan críticas con sus antecesores no están integradas por extraterrestres o surgidos de la nada, sino que son sucesores de las mismas corporaciones, siquiera en la oposición.

Con el expresivo caso de que hasta algunos de ellos mismos continúan en carne mortal como miembros del Consistorio, pero a la cabeza del poder que ahora mismo nos gobierna. Y asistieron como tales a los planteamientos consistoriales de asuntos que ahora reverdecen, como la aplicación de la revanchista ley llamada de la Memoria Histórica que vuelve a considerar lo ya juzgado y resuelto en la etapa anterior. Seguro que con un afán mucho más demoledor.

Si aquella gestión municipal se llevó a cabo sin mezcla de bien alguno, como da la impresión que ahora se acusa, ¿dónde estaban las intervenciones y los controles establecidos que han de refrendar la ortodoxia presupuestaria de las decisiones municipales?... ¿Dónde, los integrantes de la oposición política en la Corporación anterior que forman parte de la actual y ahora apuntan presuntas irregularidades?... ¿Nadie estimó la necesidad de intervenir?...

Corríjanme si me equivoco, pero me parece que, por ejemplo, rebajar o suprimir subvenciones ya tradicionales a los "Premios" emblemáticos de la ciudad o a las cofradías y desfiles de la Semana Santa local, de tanto interés cultural y turístico, y hasta retirar apoyo a la Red de Juderías, con una historia secular de lejanas raíces medievales, parece una muestra más de sectarismo partidista.

Lo es, en línea con los criterios que se aplican para aprobar ayudas municipales a otras manifestaciones de supuesto interés público o de presunto carácter privado no exentas de matiz partidista. Que una Corporación tome partido frente a una parte de la población no está previsto ni parece justo. Da la impresión de que aún hay sectores de opinión que necesitan adversarios.

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