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La Catedral que pudo haber sido

La basílica de San Salvador tiene una fachada oculta y bajo el tejado se aprecia el arranque de la torre que nunca se edificó

El triforio, visto a través del corredor del transepto. MIKI LÓPEZ

El siglo XVI fue decisivo para Oviedo y para su Catedral. En 1521 la ciudad fue asolada por un incendio que se inició en un obrador en Nochebuena. Fue en esa misma centuria cuando el cabildo catedralicio desistió de levantar una segunda torre, tal como estaba proyectado, y cuando se comenzó a pensar en ampliar la basílica, incorporando una girola y ocultando la fachada gótica que daba al Este.

El arquitecto Jorge Hevia, uno de los autores del plan director de la catedral de Oviedo, mostró ayer a cuarenta afortunados visitantes del templo los vestigios de aquel edificio: el arranque de la segunda torre sobre el trasdós de las bóvedas y la fachada oculta tras el retablo del altar mayor, con sus cinco ventanales góticos cegados.

Hevia fue el guía de las primeras visitas públicas a estos espacios, de acceso complicado y hasta peligroso. Forman parte de las actividades culturales que el cabildo organiza para quienes tienen el carné anual de entrada a la Catedral. Los participantes, a los que se había advertido previamente sobre la conveniencia de acudir con ropa cómoda y calzado a prueba de resbalones, se pasearon por las "tripas" del templo durante cerca de una hora, disfrutaron de una perspectiva inusitada desde el triforio y se asomaron por encima de sus tejados al Oviedo antiguo para ver de cerca la linterna de la capilla de los Vigiles.

Ese sector es la prioridad más inmediata en el desarrollo del plan director de la Catedral, según Jorge Hevia. El proyecto de obra ya está aprobado y lo que falta es dinero para llevarlo a cabo. El arquitecto confía en que el plan de catedrales se reactive y permita sacarlo adelante pronto.

Los asuntos pecuniarios siempre han sido decisivos para la Catedral y están tras las decisiones que los sucesivos maestros de obra fueron tomando, como la renuncia a la segunda torre y la girola barroca, que comenzó a construirse en 1626.

Lo que en su momento fue tenido por una adversidad ha acabado, como ocurre muchas veces en la vida, por jugar a favor de la Catedral. Que no se pudiera construir una segunda torre "le dio singularidad", en opinión de Jorge Hevia, y acabó por ser "un acierto".

Al acabar el recorrido por las alturas de la basílica, Lucía Alonso, una de las participantes en la visita de ayer, alzaba la mirada aún sorprendida por haber ascendido hasta rincones que siempre creyó inaccesibles. "Siempre pensaba: ojalá pudiera subir hasta allí", contaba después de haber cumplido su deseo recorriendo las bóvedas de la catedral de Oviedo por dentro y por fuera.

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