"Tengo una enfermedad respiratoria crónica. Desde el sábado pasado tenía mucha fatiga y mucha fiebre. Me dijeron que tengo neumonía. Ahora, con el oxígeno, estoy mucho mejor". Alfredo Castañón García tiene 73 años. Natural de Casorvida, en el puerto de Pajares, este vecino de Oviedo llegó al servicio de urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) poco antes de las once de la mañana de anteayer, jueves. Una hora después, ya le habían hecho placas y algunas pruebas más, y estaba en uno de los boxes, algo aliviado. Al menos, hasta el punto de relatar a LA NUEVA ESPAÑA su variada trayectoria laboral, que le llevó a la mina, a la construcción y a una empresa que construye aviones.

Alfredo Castañón es uno de los millares de pacientes que a lo largo de este año que acaba de comenzar serán atendidos en las urgencias del HUCA. En 2015, por vez primera, el complejo sanitario ovetense superó las 100.000 urgencias de adultos atendidas, una cifra que excluye las de niños y mujeres embarazadas. Los responsables del servicio coinciden en señalar que, por una parte, las instalaciones del nuevo HUCA generan un "efecto llamada" entre los pacientes; una segunda hipótesis, complementaria, que explicaría este incremento indica que "la gente sabe que hemos mejorado, que tenemos más tecnología y más posibilidades de hacerles pruebas, y de hecho llegan reclamándolas".

La mitad de los pacientes son atendidos en menos de cuatro horas

El HUCA registró el año pasado 101.466 urgencias, un 7,1 por ciento más que en 2013 y un 1,9 por ciento más que en 2104. La media diaria es de 280 pacientes. Los problemas en piernas y brazos (fracturas, golpes, heridas?) motivan una de cada cinco visitas. La segunda causa es el dolor abdominal y la tercera ese concepto tan incierto denominado "mal estado general", indica Gema García Riestra, enfermera supervisora del área de urgencias.

¿Son verdaderamente urgentes las situaciones de los enfermos que acuden a urgencias? Hay de todo. Luis Antuña, jefe del servicio, apunta un dato: el 16 por ciento de los enfermos quedan ingresados. En su mayoría, en el propio centro. Los restantes, en el Hospital Monte Naranco.

El área de urgencias del HUCA tiene una plantilla aproximada de 240 personas, de las cuales 47 son médicos. Por la naturaleza de la atención que presta, está funcionando las 24 horas de los 365 días del año. Siempre pueden surgir situaciones inesperadas, pero existen unas pautas habituales en cuanto al flujo de enfermos. Los lunes son los días con más pacientes, en particular a partir de las doce del mediodía. "Se supone que eso se debe a que, aunque estén mal, tienden a aguantar en casa durante el fin de semana, y el lunes ya se deciden a venir", apunta el doctor Antuña. En efecto, los sábados y domingos, la actividad baja "en torno a un 20 por ciento".

Luego están esas circunstancias que tienen una explicación social, pero no médica. En la memoria de los trabajadores del servicio están las dos horas que duró la final del mundial de fútbol de Sudáfrica, en 2010, ganada por la selección española. "En ese tiempo, apenas vino nadie", subrayan.

Si Alfredo Castañón había llegado con fatiga y fiebre, Iluminada Cisneros, leonesa residente en Oviedo, ha sido trasladada a urgencias después de sufrir una caída en su casa. Tiene la cabeza vendada. "Me dio un mareo y me di un golpe", narra. Y agrega: "Es la primera vez que estoy en urgencias. No tengo queja, la gente es muy amable".

No todos los pacientes se muestran tan satisfechos, y los responsables del servicio lo reconocen. Los ritmos de atención no siempre son los deseados. En primer lugar, porque no resulta posible programar la llegada de los enfermos. Luis Antuña subraya que las grandes demoras que se produjeron en los primeros meses de funcionamiento del nuevo HUCA son historia. El sistema informático ha mejorado; y el dominio del mismo por parte de los profesionales, también.

Todo está cuantificado. Cuatro horas es el tiempo máximo de atención que en el ámbito de las urgencias se considera aceptable. Doscientos cuarenta minutos desde que el paciente llega hasta que se marcha. Ese objetivo se cumple en el 51 por ciento de los enfermos. "La gente del servicio está trabajando a tope, la mejora es muy clara, pero ahora que ya llevamos año y medio en el nuevo hospital ha llegado el momento de ver lo que hacemos, cómo lo hacemos y qué es lo que necesitamos para dar una calidad superior", indica el doctor Antuña.

El área de urgencias es un microcosmos con muchos vericuetos. Por ejemplo, una zona preparada para atender casos de ébola que no llegó a ser estrenada y que en adelante pasará a dedicarse a enfermos afectados por enfermedades emergentes y que requieran un aislamiento total. O unas dependencias para tratar a los reclusos de la prisión de Villabona. "Lo más frecuente es que vengan con enfermedades infecciosas o con problemas de adicciones", explica Arturo Enrique Mori, el médico que suele atender a este tipo de pacientes.

Con una cadencia desigual, llegan al HUCA ambulancias o uvis móviles. Un indigente es el viajero de una de ellas. Los cuadros clínicos que presentan son muy variados. Pero tanto Luis Antuña como Alberto Fernández León, flamante subdirector de los servicios médicos del HUCA, identifican una característica común a todos: "El perfil del paciente ha cambiado mucho en los últimos años. Las expectativas con las que llega son muy altas. Cada vez pide más: no sólo que le resuelvas el problema inmediato".

Por eso se impone, señala el doctor Antuña, "trabajar sin descanso" para conseguir cuadrar ese círculo que implica acompasar las posibilidades del servicio a una demanda siempre impredecible, siempre cambiante, siempre urgente.