Benito Aláez, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, defendió ayer que la Carta Magna española ha de ser reformada para constituir al país como "Estado federal", lo cual sería el "sustrato normativo" para introducir en una nueva Constitución una "cláusula de secesión" que permita que "los ciudadanos de una parte del territorio puedan dejar de formar parte de España".

Aláez postuló estas ideas con la convicción de "un cirujano que quiere eliminar la enfermedad de raíz y sin parches". Un ejemplo de parcheo sería "la celebración de un referéndum en Cataluña que posteriormente fuera declarado inconstitucional", un hecho contrario a la idea del catedrático de "no estropear más el cocido", ya que las expectativas independentistas de Cataluña consisten en "una cuestión secular mal resuelta que ahora, en 2016, alcanza un punto de inflexión y de suma tensión".

Benito Aláez intervino ayer en la mesa sobre "La cuestión territorial: Cataluña y España", organizada por Tribuna Ciudadana y Asturias por la Unidad en una acto del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. Junto a Aláez también disertó Jorge Uría, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo. El salón de actos de Cajastur se vio repleto para escucharlos, incluidos varios militantes de Podemos, como el secretario general regional, David Ripa. Respecto a sus postulados, Benito Aláez aclaró que la "cláusula de secesión" habría de regirse según unos parámetros "acerca del cuándo, el cómo y con qué condiciones" que previamente habrían sido fijados por "el todo", es decir, por los españoles, una vez refrendada la reforma constitucional.

El catedrático aseguró que todo ese proceso "sería perfectamente legal, aunque no muy factible", ya que "dudo que se puedan alcanzar los dos tercios del Congreso y del Senado, y dos veces", tras un referéndum intermedio, tal y como es preciso según la fórmula restringida de reforma que dicta la Constitución vigente.

Por su parte, Jorge Uría, a título de "ciudadano expectante", repasó las "claves de cómo se ha llegado a esta situación", las cuales se cifran en torno a la "construcción fracasada de un nacionalismo español", mientras que, por el contrario, se ha venido dando "el éxito de los nacionalismos periféricos", inexplicable si se leen las "atrocidades" que dejó escritas Sabino Arana, o el "racismo" de algún ideólogo del catalanismo. No obstante, el nacionalismo español no se construyó", entre otras razones por la pervivencia en el siglo XIX "de un Estado fatalmente feudal", o de un "sumario nacionalismo castellanista". Además, España es un país de símbolos emocionales muy frágiles: véase el difícil periplo de la jornada de la fiesta nacional, de la bandera o del himno-marcha real, detalló Jorge Uría.