Ataúlfo Valdés Costales, (Pola de Laviana, 1937) maestro pastelero, exdirectivo del Real Oviedo y del Centro Asturiano, propietario de la pastelería Asturias, atesora una vida de película en la que alegría, tristeza, éxitos y decepciones van de la mano. Nació en plena Guerra Civil. Esa circunstancia influyó de forma fatal para que nunca llegase a conocer a su padre. La infancia y la juventud fueron duras, primero con su abuela materna, a la que no puede nombrar sin emocionarse y después con su madre, casada con un artista holandés, todo un padre para él. El matrimonio con Manuela, la vecina guapa, educada en Oviedo, a la que conoció con trenzas, fue sin duda el gran acierto de su vida. El resultado son cuatro hijos de los que habla con profundo orgullo.

Infancia dura en Laviana con la abuela que fue madre. "Nací en Pola de Laviana en septiembre de 1937. Me bautizaron en Gijón. A mi padre no llegué a conocerlo. Lo mataron a los cinco días de venir yo al mundo. Él estaba en Oviedo y trató de pasar el cerco para ir a verme. Le costó la vida. Mi abuelo paterno fue el periodista gijonés José Valdés Prida, fundador de el periódico El Musel, que dirigió entre 1892 y 1898. También escribió en El Noroeste. Los Costales son de Peón (Villaviciosa), radicados en Laviana. Tuve poca relación con la familia de mi padre. Mis tías me metieron en un colegio del auxilio social, en Colloto. Me crié con mi abuela, que en realidad fue madre. La mía se marcho a Valencia a trabajar con una hermana. También fui al colegio Pedro Menéndez de Avilés, donde hice la Primera Comunión. Mi abuela me saco porque pasaba mucha hambre".

Ayudante de zapatero y albañil ocasional. "Con ocho años iba a la escuela a Laviana y ayudaba a un zapatero que estaba debajo de mi casa. Mi abuela tenía un puesto en la plaza y vendía chucherías. La ayudaba a quitar y poner los tablones. Enfermó y el médico le aconsejó marcharse a Palma de Mallorca con una hija. Me llevó a mi también. En año y medio se murió. Me fui a Barcelona con mi madre, casada con un holandés, artista de circo. El acróbata se portó conmigo mejor que un padre. Me enseñó a hacer malabares. Les salió un contrato en Portugal y por problemas de papeles no pude ir. Me quedé en Laviana con unos tíos. Seguía en la escuela y trabajaba como albañil. Estuve a punto de ser artista de circo pero el destino me llevó a la pastelería. Los jueves iba a la fábrica de hielo a buscar media barra para la nevera del café Dionisio. A los 18 años el encargado de la obra en la que trabajaba me propuso ir de pastelero a la confitería que tenía en El Entrego. Allí trabajé diez años".

La mili en El Aaiún, en medio de la nada. "De allí me fui a la mili, en 1959. Fui de la primera quinta que estuvo en El Aaiún, No había nada. Nosotros construimos los barracones. Estaba el tercer tercio sahariano "Juan de Austria", con el coronel Coloma al frente. Dormíamos en tiendas de campaña y nos pagaban hasta el agua. Tampoco había en que gastar el dinero. Comer un huevo frito era un festival. En la dieta no faltaba la carne de camello y de gacela. Cuando me licencié me marché con mis padres que habían dejado el circo y vivían en Toledo. Estuve allí un mes. Volví a Laviana y a la confitería de El Entrego. En la decisión influyó mi interés en formalizar la relación con Manuela Rodríguez (Noli), mi mujer, a la que conozco desde que tenía uso de razón. Era nieta del dueño de la conocida confitería Gersán de Laviana".

Relevo generacional. "Uno de mis hijos, que es ingeniero, ha dejado la carrera para regentar en Pamplona una pastelería a la que ha llamado Gersán. Los otros tres también son estupendos. César lleva ahora la confitería; una hija trabaja en Lanzarote y la otra lleva otro negocio en Oviedo relacionado con la actividad".

Aquella señorita tan guapa que venía de Oviedo. "Manuela era muy guapa, con una educación exquisita. Mis suegros se establecieron en 1946 en la calle Covadonga y ella se crió en Oviedo. Iba mucho a Laviana. Yo, que era un chaval de pueblo, miraba embobado a aquella chica tan fina. Tras muchos intentos, a los 25 años conseguí salir en serio con ella. En la mili le escribí una sola carta. Se la mandé por un chico de Valencia que tenía que venir a Asturias".

Boda en El Cristo y celebración en la antigua Gruta . "Nos casamos en 1964 en El Cristo. Lo celebramos en La Gruta. Me puse a trabajar en la confitería de mis suegros donde llevo 52 años. He viajado a ferias y exposiciones por todo el mundo: Las Vegas, Munich, Colonia, Berlín, Dusseldorf, París y Lyon, entre otros lugares. A mi juicio, la repostería más exquisita y refinada de Europa se hace en Suiza, también en Alemania".

De puntillas por la crisis, sin un solo despido en el negocio. "En casa trabajan once profesionales. La crisis fue dura y no echamos a nadie. Un par de años lo pasamos mal. Pero resistimos. Ahora las cosas están mejorando, aunque el nivel anterior será imposible de recuperar. Fui fundador del Gremio de Confiteros y he colaborado en todo lo que he podido".

Música, ajedrez y fútbol para una jubilación activa. "Hay que disfrutar de la jubilación. Toco el saxo y juego al ajedrez. En el Centro Asturiano fui directivo, dedicado a ese deporte, con Canteli. También me tocó estar en el Real Oviedo, donde viví dos ascensos en Mallorca. A mi equipo le veo en primera. Nos tocó la lotería con los mexicanos. Tengo muy buenos amigos en el fútbol. La ciudad está ahora un poco abandonada. La verja de la Junta General está oxidada y el edificio debería iluminarse. Gabino de Lorenzo modernizó la ciudad, pero se politizó demasiado".

"Luis Riera Posada, era una escuela viva, un ser humano irrepetible. Su pérdida fue un golpe muy duro para mi. Quise promover esa escultura que le recuerda delante de la iglesia de San Juan. Entre los dos inventamos las Letizias. Cuando se anunció el compromiso de los ahora Reyes estábamos tomando un vino en la confitería y me sugirió hacer un pastel. Vinieron televisiones de toda Europa. El día de la boda las vestimos de blanco y vendimos mas de 6.000".