En el casco histórico de Santiago de Compostela se yergue una estatua de Alfonso II, el monarca asturiano durante cuyo reinado se descubrió la supuesta tumba del Apóstol y con el que comenzó la historia de la ruta jacobea. A quien conozca Oviedo tal vez le resultará familiar su pose, con la mano derecha sobre el corazón y apoyado en su escudo, con la mirada perdida en la lejanía. Es la misma que, en Oviedo, vigila la plaza de la Catedral, a la puerta del Jardín de los Reyes Caudillos. Ambas esculturas son idénticas y están vinculadas, como resultaba lógico pensar, por una peregrinación.
La estatua de Alfonso II de Santiago de Compostela es una réplica exacta de la que el escultor Víctor Hevia esculpió para Oviedo. Fue donada en 1965 por la Corporación municipal carbayona con motivo de una peregrinación organizada por la diócesis asturiana al sepulcro del Apóstol. Vicente Enrique y Tarancón estaba por aquel entonces al frente de la Iglesia católica en Asturias.
En el archivo del Ayuntamiento de Oviedo queda constancia de aquella donación. De él la archivera, Ana Herrero, rescata la carta de agradecimiento que el teniente alcalde de Santiago de Compostela, Vicente Rey, dirigió en octubre de 1965 a la Corporación y a la ciudad de Oviedo, expresando la gratitud de su Ayuntamiento por "la donación de la magnífica estatua de Alfonso II el Casto, con motivo de la peregrinación de aquella diócesis a nuestra ciudad, estrechando de este modo los lazos que unen Asturias y Galicia".
También se guarda en el archivo municipal una copia de la carta que el alcalde de Oviedo, por aquel entonces Antonio Rico de Eguíbar, envió a la viuda de Víctor Hevia, dándole las gracias por autorizar la reproducción de la estatua de Alfonso II del Jardín de los Reyes Caudillos para obsequiar con ella a la ciudad de Santiago.
La donación que en 1965 hizo la ciudad de Oviedo a Santiago de Compostela vuelve a la actualidad a raíz de la reunión que el alcalde de la capital gallega, Martiño Noriega, y el concejal de Cultura de Oviedo, Roberto Sánchez Ramos, "Rivi" (IU), mantuvieron recientemente.
Intercambio escultórico
En ese encuentro, Noriega y Sánchez Ramos conversaron sobre cómo impulsar conjuntamente el Camino de Santiago. El edil ovetense tiene en mente la posibilidad de hacer algo así como un intercambio de plazas y de estatuas, ofreciendo a los gallegos un espacio en la ciudad para que coloquen algún hito conmemorativo del final del Camino. Ese proyecto aún tiene que concretarse y aún está por ver cómo. Es uno más de los muchos en los que están trabajando ambos ayuntamientos.
La estatua del rey Alfonso II el Casto es una de las más representativas de Víctor Hevia Granda, un artista que creció en el monasterio de San Vicente, donde durante un tiempo estuvo instalada la Diputación Provincial de la que su padre era empleado.
Hevia, que llegó a ser académico de Bellas Artes de San Fernando, restauró el Apostolado románico de la Cámara Santa en 1921 y, tras su voladura durante la Revolución de Octubre de 1934, colaboró en las reconstrucción de la nave. La estatua de Alfonso II es una obra de principios de los años cuarenta del pasado siglo y está esculpida en piedra.
La obra de Hevia forma parte del conjunto escultórico del jardín de los Reyes Caudillos, en el que están representados los monarcas asturianos.
Las doce esculturas del Jardín de los Reyes Caudillos fueron encargadas e inauguradas con motivo del primer milenario de la Cámara Santa, en el año 1942. La mayoría de ellas son obra de Gerardo Zaragoza, incluido el mural en el que están representados Pelayo, Favila y Alfonso I. Manuel Álvarez Laviada es autor de la de Alfonso III y a Víctor Hevia le correspondió recrear la efigie de Alfonso II el Casto, que duplicada llegó a Compostela.
