Sobre el césped de uno de los jardines del Campillín, una pequeña mesa con tres piedras y seis velas llama la atención de los habituales de la zona, sorprendidos esta vez por los 24 grados que marca el termómetro y que hacen mucho más apacible la visita dominical al rastro. Una señora con dos bolsas amarillas en la mano rompe el hielo de esta mañana veraniega de enero. Pregunta por ella y por el resto de curiosos.

-Perdone, ¿qué se celebra?

Celebrarse como tal, en realidad, no se celebra nada. Un genocidio que acabó con la vida de millones de personas no se celebra, se recuerda. Se recuerda para que no vuelva a pasar. Se recuerda para que la humanidad sepa lo que nunca más tiene que hacer. Y se recuerda, sobre todo, para honrar a las víctimas de aquella barbarie: judíos, minorías religiosas, homosexuales, gitanos... Etcétera. Etcétera. Etcétera.

Y eso fue lo que hubo ayer en el Campillín: un acto de homenaje a las víctimas del exterminio nazi. El mismo que tiene lugar cada año por estas fechas, que coincide con la liberación de los prisioneros del campo de concentración nazi en Auschwitz (Polonia). Fue un 27 de enero de 1945. Hoy, 71 años después, se sigue recordando en todo el mundo. También en Oviedo.

De ello se encarga la comunidad judía asturiana, que es la que organiza este pequeño homenaje. Ayer, más allá del simbolismo y de los discursos, la novedad estuvo en la ubicación. No fue, como siempre solía ser, en el Parque de Invierno, que es donde está situado el monolito de recuerdo al Holocausto, sino que fue en el Campillín. Y allí previsiblemente será a partir de ahora, porque la comunidad judía va a pedir que se traslade el monolito a esta zona. "Este es un lugar céntrico, aquí era el barrio judío de Oviedo. Esperemos que nos pongan el monolito aquí porque donde está es atacado constantemente", pidió ayer, al final, la presidenta de la comunidad israelita, Aida Oceransky.

Oceransky, como siempre, abrió el acto con un discurso en dos direcciones: por un lado resumió la barbarie con la crudeza de los números de muertos y, por otro, habló de "la memoria" como elemento para no repetir esta tragedia y pidió "ser activos" ante indicios de xenofobia. "Hay que luchar contra el odio y la intolerancia (...). Hablar del Holocausto es referirse a una infamia progresiva de boicots, de asesinatos, de familias separadas...", aseguró la presidenta de los israelitas. "El Holocausto es la gran tragedia contemporánea. Pasó hace muy poco tiempo en el centro de la Europa civilizada", añadió.

A su lado, delante de la pequeña mesa, escuchaba atento el Alcalde, Wenceslao López (PSOE), el edil de Seguridad Ciudadana, Ricardo Fernández (PSOE) y los ediles populares María Ablanedo, Covadonga Díaz y Eduardo Rodríguez. Ni Somos, ni IU ni Ciudadanos asistieron a un acto que terminó con el encendido de las velas.

Fueron seis: la primera por la memoria y el recuerdo de los seis millones de judíos asesinados, la segunda por el millón y medio de niños muertos, la tercera por la memoria de las personas perseguidas, la cuarta para recordar a los Justos entre las naciones que ayudaron a salvar a los judíos, la quinta por las 7.000 víctimas españolas que fallecieron en los campos de concentración y la sexta por los judíos que sobrevivieron y lograron rehacer sus vidas. Seis velas para recordar un exterminio devastador que afectó a 7.000 españoles. De ellos, 160 asturianos pasaron por los campos de concentración, donde murieron 84. "Es obligatorio mantener vivo el recuerdo para que la humanidad no vuelva a caer en estos actos abominables", dijo el Alcalde.

Con el acto terminado, Oceransky reflexionó sobre la intención del tripartito de eliminar la subvención a la red de juderías: "Como persona, no me gusta. Turísticamente, a la ciudad le viene bien estar en la red de juderías. Pero ellos deciden", sentenció.