El libro que presentó ayer el allerano Mario García Antuña en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA está llamado a convertirse en una obra de referencia para la historia de la minería de la región. "Catástrofes mineras asturianas" es un minucioso estudio, elaborado con rigor y sensibilidad, en el que se recogen los accidentes mortales más dramáticos de la historia de la industria del carbón y se rinde homenaje, con nombres y apellidos, a muchos de los trabajadores que perdieron la vida arrancando el mineral de las entrañas de la tierra. "Tenía la obligación de honrar a todos esos héroes ocultos que murieron en la mina, a sus familiares directos y a toda la familia de la minería", asegura el autor para justificar su trabajo.

El libro está dividido en dos tomos que suman un total de 1393 páginas. En ellas se recogen hasta 63 accidentes en los que perdieron la vida al menos cuatro trabajadores. "Tengo 8.100 registros de accidentes de los que 4.500 son mortales, pero decidí recoger aquellos en los que hubo al menos cuatro fallecidos. Cualquier muerte en la mina es una catástrofe, pero había que poner algún límite", explica Mario García, que es ingeniero técnico de minas.

La primera de las catástrofes que se recoge en el libro es la registrada en la Mina La Esperanza de Boo (Aller) en el año 1889, un accidente en el que perdieron la vida 30 mineros y que sigue siendo el mayor desastre de la industria del carbón española hasta la fecha. La última tragedia que registra Mario García es la ocurrida en el Pozo Candín de La Felguera en 1995, en la que hubo que lamentar el fallecimiento de cuatro trabajadores. Entre medias hay espacio para detallar catástrofes como la del Pozo María Luisa de Ciaño (Langreo), con 17 muertos; la de Mina Baltasara (Mieres), en la que murieron 14 mineros en el año 1923 o la tragedia del pozo Nicolasa en 1995, un accidente que se llevó la vida de 14 trabajadores. Una fotografía de ese día, que inmortaliza a varios mineros sacando el cuerpo de uno de sus compañeros, ilustra la portada del libro.

En "Catástrofes mineras asturianas" también hay capítulos dedicados al Sanatorio Adaro de Sama -cuyas instalaciones vieron pasar a centenares de mineros-, sobre la minería prehistórica o sobre el gas grisú, al que el autor describe como el "enemigo silencioso". También hay un apartado especial para la Brigada de Salvamento Minero, "el cuerpo de élite" que cuenta con más de cien años de historia y atesora infinidad de rescates bajo tierra en condiciones extremas.

En la presentación de ayer intervinieron Ricardo Fernández Rodríguez, concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Oviedo; Isaac Pola Alonso, director general de Minería y Energía del Gobierno del Principado; Ramón Álvarez Fernández, jefe de servicio de Seguridad Minera del Gobierno del Principado y Pedro Fandos Rodríguez, geólogo e historiador minero. "La obra de Mario es una forma de perpetuar la memoria de esos hombres y dejar constancia del sufrimiento de sus seres queridos", dijo Pola.