"La única solución para la izquierda es el decrecimiento". El filósofo José Luis Muñoz de Baena dibujó ayer en Oviedo un sombrío paisaje de la modernidad y la posmodernidad, poblado de paradojas que apenas dejan resquicios a la esperanza; un panorama en el que las abstracciones hacen abrigar expectativas que jamás se hacen realidad y ocultan peligros de los que el ciudadano medio ni se apercibe.

Tras hora y media de diagnósticos impregnados de pesimismo, el profesor titular de Filosofía del Derecho de la UNED esbozó una posible vía de escape, una suerte de hoja de ruta que brindó a los ideólogos de la izquierda. Su apuesta por el decrecimiento, que bien podría convertirse en el embrión de un hipotético manifiesto contra el consumismo, la glosó así: "Tenemos que definirnos no tanto por lo que queremos hacer como por lo que nos negamos a hacer; más que haciendo, no haciendo; hemos de dejar de reconocernos principalmente como consumidores, también dentro del mercado político. ¿Cuántas cosas hay que podemos quitarnos de encima?". Y es que, a juicio del pensador, "derecha e izquierda son conceptos relativos, pero siguen teniendo sentido en nuestro tiempo".

José Luis Muñoz de Baena formuló esta propuesta como corolario prescriptivo de su conferencia "La abstracción del mundo". Una intervención atravesada de principio a fin por aseveraciones audaces preñadas de ingredientes provocadores, amigas de exaltar lo más salvable de los autores más denostados y los puntos débiles de los pensadores más aceptados.

"La modernidad es teológica y sigue siéndolo prácticamente hasta nuestros días, porque el sujeto y la sociedad son construidos", enfatizó Muñoz de Baena. Otra advertencia para incautos: "La modernidad es voluntarista, y puede oscilar entre el individualismo extremo y el autoritarismo". Una tercera observación: "El Estado se autolimita porque no quiere hacer todo lo que puede hacer, y al autolimitarse crea derechos". He aquí una muestra, indicó el conferenciante, de esa "matriz teológica" de la modernidad, en virtud de la cual los derechos surgen como "un acto de gracia" de un Estado que, en el fondo, actúa como más le conviene, dado que "limita su poder porque no quiere que otro le limite".

La intervención de Muñoz de Baena -quien en 2003 disfrutó de un año sabático en la Fundación Gustavo Bueno- se remontó a Aristóteles; se detuvo en Duns Scoto; se regocijó en Adorno y Horkheimer; rememoró las polémicas entre Hans Kelsen y Carl Schmitt, o entre Michel Foucault y Noam Chomsky; se apoyó en Jean Baudrillard... Y trajo a colación a Chantal Mouffe, en concreto una entrevista que Pablo Iglesias le hizo en su programa "La Tuerka". Sobre Podemos indicó: "Es muy interesante en algunos aspectos y está muy equivocado en otros".

Entusiasmos los justos, vino a sintetizar el profesor de la UNED. Un ejemplo: "Tenemos ya cuatro generaciones de derechos, y cada vez son más inanes". Para quienes están inmersos en ese "discurso de la multiplicación de los derechos", les recomendó construir un discurso sobre los derechos "articulado sobre la justicia, que es mucho menos abstracta que los derechos".

En el tramo final, y en el contexto del corolario prescriptivo, José Luis Muñoz de Baena confesó que "me gustaría pensar que la política es todavía posible, y que lo es a través de la izquierda", precisó. Con una dificultad añadida: "Hay una sola derecha, o muy pocas, pero izquierdas hay tantas que no sabemos cómo reconstruirla". Acto seguido, glosó un párrafo del libro "El mito de la izquierda", de Gustavo Bueno Martínez, quien seguía la intervención desde la primera fila.