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Trubia

El "olorcillo" que llega a Trubia

Los vecinos de la localidad reclaman medidas para acabar con los altos niveles de contaminación, aunque temen que la "presión" a las industrias afecte al empleo

Una familia pasea por el centro del pueblo de Trubia. LUISMA MURIAS

Los vecinos de Trubia ya se lo olían. Las alarmas encendidas en las últimas semanas por los altos niveles de contaminación registrados en la localidad no cogen por sorpresa a los trubiecos, que llevan "muchísimo tiempo" padeciendo las consecuencias de la polución. "Algunas veces se nota un olorcillo que proviene de las fábricas del entorno y no hay día en el que no haya que limpiar las ventanas a causa de las motas blancas que se acumulan", asegura un vecino, José Ramón Fernández, preocupado por las consecuencias negativas que "todo esto" puede tener para la salud. "Es lógico que estemos preocupados, sobre todo porque sabemos que la contaminación está asociada a enfermedades cardiovasculares y puede provocar cáncer", explica.

Trubia alcanzó esta semana niveles de contaminación que multiplican por doce los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para partículas del tipo PM10, que son aquellas derivadas de la actividad industrial, como el polvo, las cenizas, el hollín o el cemento. "No se cómo se va a solucionar el problema, pero lo que no puede ser es que afecte a la salud de la gente. Encima que las fábricas están dejando a la gente en el paro acaban con todos los demás, es necesario que se tomen medidas medioambientales cuanto antes", solicita otro habitante de la zona, Domingo Alonso.

Aunque reconocen que los efectos de la contaminación son una constante en Trubia, hay quien teme que denunciar la situación repercuta en el empleo. "Tenemos mucha contaminación, pero si nos quitan las fábricas no se de qué vamos a vivir en Trubia", sostiene Delfina Fernández, ama de casa. En esa misma línea se mantiene otra mujer trubieca, Ana Rosa Mayo. "Los ecologistas están muy encima de las empresas y eso puede acabar perjudicando a los trabajadores que tienen que vivir de ellas. Además, pienso que cada vez hay más controles medioambientales y que se está mejorando en ese sentido", afirma. No obstante, "sí es cierto que hay olores y que existe un alto porcentaje de trabajadores que se mueren de cáncer", subraya Delfina Fernández. En su opinión, "lo ideal sería que las empresas sigan funcionando y que se tomen las medidas necesarias para rebajar la contaminación".

Marta Canga sabe que la contaminación puede provocar graves enfermedades, pero también es de las que piensa que meterles demasiada "presión" a las empresas puede traer consigo una merma en el empleo y que merece la pena arriesgarse si las industrias crean más puestos de trabajo. "El problema que tenemos es que la mayoría estamos en el paro. Si no nos fuimos ya para el otro barrio no creo que nos pase nada, llevamos toda la vida así", sostiene.

Otra queja de los ecologistas es que la estación medidora de la calidad del aire de Trubia está situada en El Villar, un emplazamiento elevado y distante de las empresas que, según aseguran, no refleja los niveles reales de contaminación. El Ayuntamiento y Principado se han comprometido a trasladar la estación al entorno de las piscinas del pueblo. "Si se cambia se sabrá lo que realmente estamos respirando", afirma Jorge Menéndez, otro de los vecinos.

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