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El conflicto sobre la participación de los cuerpos de seguridad en las procesiones

Fuegos, campanas y altares

Las parroquias daban las alarmas sonoras y el antiguo cuartel de bomberos estaba emplazado al lado de San Isidoro

Bomberos durante la procesión de la Soledad, el Sábado Santo de 2013. MIKI LÓPEZ

El primer teléfono de Oviedo no sonó hasta 1888, gracias a una nueva central de telefonía instalada en la calle de Jovellanos. Sin embargo, desde 1859 ya existía un cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento cuyos aliados sonoros a la hora de dar las alarmas eran los serenos con sus cornetas y los campaneros de las parroquias.

Ese vínculo entre fuego y campanas, más la ubicación del antiguo cuartel de Bomberos en la inmediata calle de Quintana, explica precisamente que el cuerpo dedicado a la extinción de incendios haya tenido una relación especial con la parroquia de San Isidoro el Real y con las cofradías que a lo largo de los siglos han tenido como base dicho templo. Esa relación explica que miembros del Cuerpo de Bomberos escolten la imagen de la Soledad en las procesiones de Sábado Santo, una circunstancia que el gobierno municipal del tripartito quiere suprimir en tanto que la considera una relación institucional inadecuada de la municipalidad con la confesión católica y su Semana Santa.

"Desde la Edad Media, los incendios se avisaban a toque de campana, pero en las de todas las parroquias", precisa Ana María Herrero, jefa del Archivo Municipal de Oviedo, que aporta documentos como las "Ordenanzas de 1880", en cuyo artículo 256 se expone: "Los campaneros o sacristanes de las parroquias, enseguida que reciban aviso de la autoridad o sus agentes, anunciarán el siniestro con los toques de campana de costumbre".

El documento también detalla el procedimiento y el código de toque: "Para que el vecindario conozca la parroquia en que ocurre, suspenderán dicho toque a cada minuto, en cuyo intervalo anunciarán la parroquia haciendo resonar una campanada fuerte (si el incendio fuera en) la de San Tirso; dos, (en) la de San Juan; tres, (en) la de San Isidoro, y cuatro, (en) la de Santa María de la Corte".

Y si el incendio se producía "en las afueras de la población", se daban "dos toques de a dos campanadas cada uno", y "tres toques de a dos campanadas si sucediese en los barrios de Pumarín, Santullano o el Campo de los Reyes".

Y en las ordenanzas de 1909 se repite el libro de instrucciones: "La señal de que ocurre algún siniestro o incendio en la ciudad o en su término municipal, será el toque de fuego dado por las campanas de las iglesias parroquiales. Este toque será solo durante el día y hasta las diez de la noche. Desde esa hora hasta las cinco de la mañana la señal de alarma serán los toques de bocina y pito del Cuerpo de Serenos".

No obstante, en el libro "El fuego en la ciudad de Oviedo: historia del cuerpo municipal de bomberos (1859-1999)", publicado en 2005 y del que es autor José Manuel Torres Ruiz, actual jefe de Bomberos, las campana de San Isidoro tuvieron un especial protagonismo por la referida cercanía al cuartelillo de bomberos.

El vínculo se estrechaba aun más por el hecho de que los bomberos disponían de escalas y escaleras, de modo que los sucesivos párrocos de San Isidoro acudían a ellos para ciertas operaciones en el interior del templo, un edificio con destacable altura. Pasado el tiempo, cuando el cuartel de Bomberos se trasladó a la calle de Capitán Almeida, hoy de Fernando Alonso, los favores parroquiales continuaron.

Así, Joaquín Iglesias, hermano mayor de la Archicofradía emplazada en San Isidoro evoca que "durante la Cuaresma se cubrían los altares y sus imágenes con paños morados, y como el altar mayor es enorme era imposible hacerlo sin la ayuda de los bomberos". Por añadidura, "San Isidoro era la sede de la Archicofradía de las Hijas de María, con lo que se adornaba el altar de la Inmaculada, también con la ayuda de los bomberos".

Pasadas las décadas, acaeció la supresión de la Semana Santa en Oviedo en los años setenta del siglo XX, pero también su refundación dos décadas después, con lo que la Archicofradía retornó a sus procesiones en 1996. Cuatro años más tarde, en 2000, "algunos bomberos nos comentaron su interés por volver a establecer vínculos con nosotros y dar escolta a la Virgen de la Soledad en la procesión del Sábado Santo", explica finalmente Joaquín Iglesias.

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