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La fiesta más esperada del invierno

En el Antroxu de Las Regueras el disfraz más habitual consistía en la inversión de sexos, con ropas viejas de casa, colchas o incluso sábanas

Arriba, la capilla de San Blas, en Castiello. A la izquierda, un grupo de "mazcaritos", durante el Antroxu de 1959.

Antroxu era la fiesta más esperada del invierno. En aquellos tiempos de escasez y rigidez en todos los sentidos, ese día se podían saltar las normas y comer mucho, a la par que divertirse.

Se cocinaba un pote con mucho compango, con cabeza y orejas de gochu que se habían conservado en salazón. En vez de patatas, algunos utilizaban castañes mayuques. Era un pote especial, ya que había compango para todos, cuando a diario escaseaba. Además, como luego empezaba la Cuaresma y había que guardar la vigilia, la gente aprovechaba y se fartucaba de carne de gochu, de chorizo, etcétera. De postre, bollinas y frixuelos. También se tomaba sidra. Quien no la tenía la compraba en los llagares que había en los pueblos, como Casa Feliciano, en Premoño.

Los frixuelos, que sólo se comían en Antroxu, se amasaban generalmente en el pote de tres patas. Se hacían con harina, huevos, manteca, leche y azúcar. Era costumbre guardar la manteca de cerdo o el tocino para freírlos. Las bollinas, se amasaban con harina, nata, huevos y formientu. Alguno se ponía enfermo, porque no estaban acostumbrados a comer tanto y tan fuerte. Nun comas munchu, que te va a montar Antroxu.

A los vecinos que no hacían matanza en sus casas se les llevaba el Antroxu: morcillas, chorizos y tocino para hacer el pote; y a los que estaban de luto, bollinas y frixuelos.

El principal atractivo de la fiesta era, después de la comida, el disfraz. El más utilizado era el de inversión de sexos, las mujeres de hombres y los hombres de mujeres. El traje se componía de ropas viejas de casa, incluso colchas y sábanas. La cara se tiznaba con hollín procedente de un corcho quemado o se utilizaban caretas de cartón adornadas con bigotes o con lo que daba la imaginación. A los disfrazados se les llamaba mazcaritos. Se fingía la voz cuando, al llegar a una casa, los de la misma les acribillaban a preguntas deseosos de saber la identidad.

"P'Antroxu no nos disfrazábamos, ¡qué va! ¡Madre mía! Venín los de Santullano, todos vestíos tan guapos, con sombrero, bailando pola carretera, que metíamonos en casa, nun salíamos por nada. Teníamos-yos miedo", dice el testimonio de una vecina de Soto nacida en 1917.

El domingo anterior al Antroxu, Domingo el Gordo, y el siguiente, Domingo Piñata, ya se disfrazaba alguien.

En Les Regueres se corría el Antroxu por el pueblo o pueblos colindantes y se iba por las casas en busca de frixuelos y bollinas. Algunos recuerdan una curiosa costumbre, la de arrojar un cántaro de barro contra la puerta de la casa de los vecinos y decir al tiempo.

-¿Antroxaste? Pues si non antroxaste, antroxa ya.

En el pasado, se celebraban otras fiestas, como la de San Vicente de Agüera, el 22 de enero, con su feria cuando la climatología lo permitía; la de San Ildefonso y San Blas en la capilla de Castiello, en Valduno; la de San Rosendo en La Ferrería, el 1 de marzo, y la del Santo Ángel en Quexu, el 3 de marzo.

Ahora sólo se festeja San Blas, que será el próximo domingo, con misa de gaita y rosquillines. En el mismo fin de semana serán las XVI Jornadas gastronómicas del concejo, con el pote, el pitu caleya y el postre reguerano, Escudero, como menú. Las jornadas se presentan mañana en el molín de Quilo, en Picarín.

La asociación de mujeres El Orbayu organiza una merienda de Antroxu el día 9 para los mazcaritos que se acerquen a la Casa de Cultura.

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