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El tripartito ya no quiere pancartas

El gobierno prohíbe a un grupo de vecinos acceder al Pleno con carteles que piden un trabajo y una vivienda "Es la doble moral de la nueva política", denuncia el PP

Blanca Suárez, el martes, con el edil Roberto Sánchez Ramos (IU).

Se llama Blanca Suárez, tiene 37 años y lleva cinco en el paro. Cada día se levanta a las seis y media de la mañana para llevar a sus tres hijos a los desayunos sociales. No le gusta que lo sepan, pero no le queda otra. Necesita ayuda para sacarlos adelante.

Hace meses, a Blanca le prometieron que las cosas iban a cambiar. Que en su barrio, Ventanielles, no iba a haber más cortes de luz, ni más desahucios, ni tanto paro, ni tanta inseguridad. Le dijeron que iban a potenciar los alquileres baratos y las viviendas sociales. Le dijeron que iban a impulsar un plan de empleo urgente. Le dijeron que iban a ayudar a las familias más necesitadas. Le dijeron que iban a habilitar un local en el barrio para dar desayunos y comidas sociales.

Todo eso se lo dijeron antes de las pasadas elecciones municipales de mayo. Se lo dijo Roberto Sánchez Ramos, Rivi (IU). Y se lo dijo también Ana Taboada (Somos). Ella les creyó. Creyó tanto en aquel cambio que incluso aceptó ir en la lista de IU. Fue de número cinco. No salió de concejal, pero no le importó. Tampoco era algo que le preocupase. Por eso celebró como la que más el cambio de gobierno en la ciudad. Oviedo, su barrio, iban a cambiar.

Entonces, Blanca esperó a que las promesas se hicieran realidad. "Todos confiábamos. Nos prometieron que si entraban a gobernar iban a mirar por nosotros, que la gente más necesitaba éramos su prioridad", cuenta. Pasó un mes. Dos. Tres. "Empezamos a ver que no hacían nada. Intentamos movernos. Pedimos a Taboada un local para dar desayunos en Ventanielles. El local existe. Pero ni siquiera nos contesta", añade.

Blanca se fue de IU, pero siguió esperando. Pasaron cuatro meses. Cinco. Seis. Siete. Hasta hoy. "Eran mentira. Las promesas electorales eran mentira. Nos han engañado. Lo único que le interesa al tripartito es pactar entre ellos tres", explica.

Así que un día de enero, ella y varias vecinas como ellas, madres paradas y con hijos, decidieron pasar a la acción: alzar la voz en el siguiente Pleno. "Que nos vean y recuerden lo que prometieron", señala.

Y eso hicieron. Compraron cartulinas y elaboraron varias pancartas. Decían así: "Trabajo justo. Vivienda digna. Derecho constitucional". O así: "Los servicios sociales no funcionan. Un mes de espera". O así: "El tripartito. Intereses de pocos. Solución ninguna. Trabajo. Vivienda".

Así que el martes por la tarde, coincidiendo con el Pleno ordinario, pusieron rumbo al Ayuntamiento. Llegaron a las 17.45 horas, con 15 minutos de antelación. Y cuando iban a entrar...

-Perdone, no pueden subir a la sala con las pancartas. Deben dejarlas aquí.

Era la Policía Local. No les permitían acceder con las pancartas. O las dejaban allí o no podían entrar en la sala de plenos. "Nos dijeron que no podíamos protestar", cuenta. "Reclaman libertad de expresión y ahora que están en el gobierno nos la quitan", protesta Blanca.

El tripartito impidiendo a un grupo de sus votantes protestar con pancartas. ¿Quién lo ordenó? Somos dice que no. IU que tampoco. Y el PSOE que tampoco. "Es un procedimiento habitual", matizaron ayer fuentes municipales. Las pancartas molestaban, pero nadie sabe a quién.

En el Ayuntamiento, había más policías de lo normal. Estaba previsto un escrache de extrabajadores del plan de empleo. Tenían pancarta con lema "Sí se puede" (la readmisión), pero finalmente se suspendió. De hecho, a mediodía del martes varios agentes se dirigieron al grupo de IU para sugerirle a los concejales que entrasen por otra puerta para evitar follones. Los ediles de la coalición rechazaron la petición.

Bolígrafos y folios

El caso es que, ajenos a todo, Blanca y los vecinos de Ventanielles se plantaron en la sala. Con los móviles en silencio y sin pancartas. Una vez allí, pidieron bolígrafos a los periodistas e improvisaron mensajes en folios. Aguantaron un cuarto de hora, gritaron "Rivi dimisión" y se fueron. Bajaron y esperaron a que terminase el Pleno. Allí abordaron a los ediles. Varios de Somos y de IU se pararon con ellos. Y hablaron. Y les enseñaron las pancartas. Las pancartas por un trabajo y una vivienda digna que tanto molestaron.

"Esa es la doble moral de la nueva política", denunció ayer el PP, que calificó el hecho de "inédito" en la "historia de Oviedo". "No se puede cerrar la puerta a personas que están pasando un mal momento. Por primera vez se coarta la libertad a los vecinos para poder expresar su opinión en un Pleno municipal", aseveró el edil Eduardo Llano. "Un día negro para la democracia en Oviedo", añadió.

Blanca, mientras, sigue viendo muchos días negros. "Aquí sigue habiendo desahucios, paro, cortes de luz, gente sin recursos", dice. "Y no soy yo sola. Mi caso es uno de muchos. Eso que quede claro".

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