Casuco, Gallart, Lángara, Galé e Inciarte”. Fermín Alonso recita de carrerilla los nombres de la “delantera eléctrica” como si eso le sirviese de impulso para activar la memoria. El mantra le ayuda a transportarse al año 1933 y a revivir los sentimientos que le produjo el primer ascenso del Real Oviedo a la máxima categoría del fútbol nacional. Esa fue la primera vez y Alonso estaba allí para contarlo. Pero a lo largo de su historia, el club carbayón logró subir en otras cinco ocasiones y en todas ellas hubo miles de aficionados azules que lo festejaron con pasión. Ahora, cuando el equipo apunta maneras para repetir la gesta, algunos de esos protagonistas se han prestado a rememorar para LA NUEVA ESPAÑA como vivieron los diferentes ascensos y como se celebraron en la ciudad.

Fermín Alonso tenía nueve años al comienzo de la temporada 1932-33. El año anterior el Oviedo se había quedado con la miel en los labios tras mantener una dura pugna con el Betis, que acabó consiguiendo el ascenso tras vencer en Sevilla a los azules por 4-2 en el partido decisivo. En esa ocasión el Oviedo quedó segundo, pero fue la antesala del éxito. Al año siguiente el equipo demostró su superioridad y arrasó desde el principio hasta el final. “Teníamos a Lángara, que fue sin duda el mejor delantero centro de toda la historia del Oviedo. Le pegaba al balón con una fuerza tremenda y en cualquier posición”, explica Alonso. En aquel campo de Buenavista, “que contaba con la primera tribuna sin columnas que existió en España”, el equipo no perdió ni un solo partido y Fermín Alonso vio como el Oviedo vencía por goleada a equipos como el Castellón (7-0), Sevilla (5-0) o Deportivo de La Coruña (4-0). “Empezamos a creernos que íbamos a subir un día de San José, cuando le ganamos 5-1 al Atlético de Madrid y nos distanciamos en la clasificación”, señala Fermín Alonso, que actualmente tiene 93 años y solía acudir al fútbol con su hermano Enrique, “que murió en la Guerra”.

Entre las anécdotas de esa temporada recuerda “el arbitraje de Menchaca contra el Sporting”. El partido finalizó 3-3, “pero el público salió muy cabreado con la actuación del árbitro, al que se tachó de sportinguista”. El enfado fue tal “que la policía tuvo que disparar al aire en varias ocasiones para acabar con el jaleo”.

Locos por verlos subir

El primer ascenso se celebró en Oviedo por todo lo alto. "De aquella nadie se bañaba en las fuentes, pero las calles de la ciudad estaban a reventar. Me acuerdo que los jugadores salieron a saludar al balcón que había en las oficinas del club, que estaban en la calle Melquíades Álvarez. El Oviedo lo era todo para nosotros", explica Fermín Alonso.

Santos Muñoz también estaba en las celebraciones del primer ascenso, y aunque tiene recuerdos muy lúcidos de aquella hazaña, prefiere centrarse en el segundo, que se produjo en la temporada 1951-52. "Habíamos bajado en 1950, el año del Mundial de Brasil, pero aquella temporada nos merecimos volver a Primera División porque se jugaba muy bien al fútbol". El Oviedo subió tras quedar campeón de Segunda con 39 puntos. "Aquel año nuestro mayor rival fue el Logroñés", afirma Muñoz, que tiene 95 años y se hizo socio del club por primera vez en 1932. En su memoria permanecen futbolistas como Miguel, "un jugador cedido por el Atlético de Madrid", Esteban Areta o Sará, "que tenía muy buen disparo". No obstante, "la figura de aquella temporada fue Parajón, que jugaba de delantero y no paraba de meter goles". No obstante, de entre los cientos de jugadores que ha visto pasar por las filas del Oviedo se queda "con Lángara y con Herrerita, que era un auténtico fenómeno".

En 1952 el mundo del fútbol no era como ahora. "Los jugadores estaban hablando con el público hasta que entraban a vestirse y eran muy cariñosos con los niños, no como ocurre ahora, que son totalmente inaccesibles". Otra diferencia era "que no calentaban en el campo, lo hacían en la caseta y salían a jugar directamente", sostiene Santos Muñoz. Los festejos por volver a la máxima categoría "fueron antológicos".

El actual presidente de la peña azul Albéniz, Álvaro Fernández, tenía once años cuando el Real Oviedo consiguió su tercer ascenso a Primera División (temporada 1957-58) y solía acudir al campo de Buenavista con un tío suyo. "Quedamos los primeros empatados a puntos con el Sabadell, pero fuimos campeones porque metimos veinte goles más que ellos", recuerda. Las cosas estuvieron igualadas hasta el final. El Oviedo tenía que ganar en Vallecas al Rayo para asegurarse el ascenso sin depender del Sabadell y lo consiguió. "Ganamos 0-2 y Chus Herrera -el hijo del legendario Herrerita- hizo un partidazo. Entre otras cosas, por eso nos lo llevó el Real Madrid", asegura. Álvaro Fernández habla maravillas de futbolistas como "Julio Marigil, Luis Aloy, Lalo, Alarcón, Xirau, Massey, Artabe o el argentino Sánchez".

Entre los recuerdos que le vienen a la memoria destaca "el marcador simultáneo Dardo" o el "famoso jorobu", el nombre con el que se bautizó al número 5 del marcador del viejo Buenavista, que tenía un trazo defectuoso "parecido a una chepa", explica Álvaro Fernández. "¡Vamos Oviedo, a por el jorobu!", gritaba el público en el campo para empujar al equipo. El día en que se consumó ese ascenso, "la ciudad estaba tomada y en los bares no cabía ni un alma", asegura el presidente de la peña azul Albéniz.

Joaquín Riera había prometido que se afeitaría la cabeza si el Oviedo subía a Primera y lo hizo al final de la temporada 1971-72. "Estaba haciendo la mili en Melilla, destinado en la Jefatura de Automovilismo. Tenía al mando a un capitán que era bastante majo, pero aún así tuve que decirle que tenía un problema de caspa para que no me arrestase". Según explica Riera, no dejó ni un solo pelo. "Eché espuma de afeitar por la cabeza y pasé una cuchilla. Parecía una bombilla", asegura entre risas.

El objetivo de aquella temporada no era otro que "permanecer en Segunda sin pasar apuros". No en vano, "el año anterior habíamos jugado la promoción" para evitar el descenso a Tercera. "Nadie se lo esperaba, pero al final lo conseguimos una jornada antes del final", señala Joaquín Riera, que esa temporada tenía que seguir los partidos por la radio desde Melilla y leer las crónicas en la desaparecida "Hoja del Lunes" con un retraso "de ocho o diez días". Lleva 50 años de socio. "El que metía los goles era Galán, pero me acuerdo perfectamente que en ese equipo también fueron muy importantes futbolistas como el portero Lombardía, Carrete, Tensi, Javier 'el cura', Uría o Crispi, que había venido del Córdoba".

La temporada 1974-75 "fue en la que menos se sufrió para ascender", según señala Ramón Martínez, que lleva "toda la vida" siguiendo al equipo. "Cuando faltaban cuatro partidos ganamos por 3-1 al Córdoba y subimos matemáticamente, aunque todavía quedaba saber quien iba a ser el campeón". El Oviedo se jugaba el título de Segunda con el Racing y el empate en Santander (0-0) le dio el título a los azules. "Yo lo escuché por la radio en un bar de Riberas de Pravia. Íbamos allí a cortejar, pero ese día las chicas se pillaron un cabreo terrible porque nosotros no les hicimos ni caso hasta que terminó el partido", asegura.

Martínez considera que aquel equipo "tenía muchas similitudes" con el actual y por eso confía en que este año pueda conseguirse el ascenso. "El portero era Ratomir Dujkovic, un veterano que me recuerda a Esteban. Luego teníamos al gran capitán, a Tensi, que comparo con David. También estaba Javier, que tenía un trato de balón exquisito, como Susaeta. Y Sobre todo Marianín, que podría parecerse a Linares por eso de meter goles y hasta físicamente", subraya Martínez. Por aquel entonces el triunfo del Oviedo se celebró "por la zona del antiguo y en los bares de fuerte tradición azul".

Después de doce temporadas "en el infierno", llegó el ascenso de la temporada 1987-88, él último hasta el momento. Rubén Carvajal tenía por entonces 18 años y llevaba desde los 10 sin perderse un solo partido del equipo de sus amores. "Al principio me llevaba al fútbol mi abuelo José, él fue uno de los que impulsó esta pasión que mantendré de por vida", afirma. El Real Oviedo finalizó esa temporada en cuarta posición, que daba derecho a jugar la promoción de ascenso. El rival fue el Mallorca. El partido de ida, disputado en Oviedo, finalizó con el resultado de 2-1, "goles de Juliá y el gran Carlos en el minuto 92". Durante el encuentro de vuelta Carvajal casi se queda sin uñas. Los azules aguantaron todo el partido con el 0-0 inicial y su equipo regresó a Primera. "Fue impresionante. Yo soy de Piedras Blancas y estuve en el aeropuerto para recibir al equipo. Había 8.000 personas", sostiene. Después continuó la fiesta en Oviedo. "Fui a bañarme en la Escandalera", asegura.

Ahora, al igual que el resto, confía en que el equipo vuelva a subir a Primera. "Sólo hay que creérselo", dice. Si fuera por ellos, saldrían cada domingo a rematar los córners para ayudar al equipo.