La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Manuel Martínez García-Lobato | Gente de Oviedo | empresario hostelero

"El mundo de la empresa es una carrera de fondo, nunca ves la meta"

"Me apena encontrar el Prerrománico tan descuidado; me bauticé, comulgué y me casé en San Miguel de Lillo"

José Manuel "Cholo" Lobato. fernando rodríguez

José Manuel Martínez García-Lobato, (Oviedo, 1940), conocido como "Cholo Lobato", propietario del restaurante del Naranco que lleva el apellido familiar, es depositario de una tradición hostelera asentada en el siglo XIX, siempre ligada al Naranco, la zona que ha sido testigo de los momentos más importantes de su vida. Se bautizó, comulgó y se casó en la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo. Está satisfecho de sus orígenes y no lo oculta. Hoy lamenta el descuido en el que han caído los monumentos prerrománicos. Lobato fue una pieza clave en la conversión del Real Oviedo en sociedad anónima, como miembro del consejo de administración del club azul, del que llegó a ser vicepresidente entre 1989 y 1991, con Eugenio Prieto en la presidencia. Se mantiene como fiel seguidor y está seguro de que su equipo regresará a Primera. "Con la entrada de la familia Slim en el Oviedo vino Dios desde el Cielo a vernos", sentencia.

Aquel negocio que fundó el abuelo. "Vengo de familia de hosteleros. Mi abuelo montó el negoció en el Naranco en el año 1898. Creo que no queda ninguno en Oviedo tan antiguo. Lo heredaron mis padres, después yo y ahora mis hijos. Al principio era una tienda mixta en la que lo mismo te vendían un traje de Mahón, que se servía bacalao y buen vino. También era estanco oficial. El local sigue en el mismo sitio. Ha atravesado muchas etapas sociales y económicas. Nos hemos actualizado al dictado de los tiempos . Durante la Guerra Civil todo quedó destruido. Era un sitio estratégico. Abajo estaba la Guardia Civil y arriba en el Naranco los contrarios".

El protésico dental que acabó siendo hostelero. "Nací entre botellas, ligado al mundo comercial. Estudie en el Loyola y en la Academia Ojanguren. En ambos centros recibí enseñanzas muy positivas, y valores que siempre me han acompañado. De aquella academia salían hombres muy preparados. Una de las asignaturas era la puntualidad. Estudie para protésico dental en el colegio de odontólogos. Ejercí unos años. Y en 1976, cuando ya había cumplido los 30, estaba casado y tenía dos hijos, me tocó hacerme cargo del negocio. Era un envite fuerte, corrían tiempos difíciles. Mi objetivo fue luchar día a día, según las circunstancias. Fue una ventaja conocer el sector. Tuve otros negocios, como el Cabo Peñas y el Bellavista en Gijón. Me fue bien".

El directivo del Real Oviedo que invirtió en el Sporting. "No era habitual que un vicepresidente del Real Oviedo montase un negocio en Gijón. Me llamaban loco. Lo tuve con otro socio. A la vez me hice accionista del Sporting. Hubo muchas etapas bonitas. El mundo empresarial es una carrera de fondo, nunca llegas al final, no ves la meta. Me siento agradecido a Gijón, me trataron muy bien y nos fuimos elegantemente, como hay que despedirse de los sitios. En el Cabo Peñas, conocido como Cabo Piernas, por las sillas altas que dejaban ver las piernas de las señoras, entraban las mujeres mas bellas de Asturias y había muy buen ambiente. Cerramos en 1997. Al lado tuvimos otro local que también cerró porque el edificio no reunía condiciones".

Los tres mandamientos de la hostelería. "En el sector hostelero, como en el resto de los ámbitos de la vida, hay que hacer las cosas bien. El dinero debe ganarse con tiempo, despacio. A mis hijos les digo lo mismo que me aconsejó mi padre. En la hostelería hay tres mandamientos fundamentales: pagar a los empleados, a los proveedores y Estado. Quien no responda a esas tres premisas está abocado al cierre. La gente ahora tiene la mentalidad de ganar dinero rápido. Se ha perdido la actividad vocacional, la cultura del esfuerzo. Estoy orgulloso de que mis tres hijos la mantengan. Uno es cocinero y los otros dos atienden el restaurante. Son el mejor activo de la empresa, su mayor capital. La familia es lo más importante, pero el fútbol es otra de mis pasiones. Me retire a los setenta años y creo que atesoro una experiencia".

El himno de Plácido Domingo y la sencillez de la familia Slim. "Hace poco entro una señora de 88 años y me contó que en 1950 ya venía con sus padres a comer tortilla, jamón y menestra. Eso en aquellos años era todo un lujo. De esas anécdotas tengo a cientos. En nuestra casa se hicieron muchas celebraciones de todo tipo. Hace unos dos años reservaron para ocho y entre ellos venía Placido Domingo. Al salir le pidieron que cantara el himno del Madrid y no lo dudó. Otro día vino la familia Slim al completo. Se comportaron con una sencillez tremenda".

De las cartillas de racionamiento a los años dorados. "Viví la época del estraperlo y el racionamiento. Cuando la gente joven se queja les aconsejo que valoren lo que tienen. Nosotros éramos mas conformistas. Ahora quieren vivir más de prisa. Pienso que éramos mas felices y solidarios. En Oviedo nos conocíamos todos. Ahora, como entonces, me gusta mucho pasear por el Paseo de los Álamos y el Campo San Francisco. También me da mucha pena ver el deterioro del Prerrománico".

He llegado ha ese punto en el que en el restaurante ya acogemos bodas de nietos y biznietos de nuestros clientes. La verdad es que me siento muy orgulloso del gran equipo de profesionales que tenemos y mucho más aún de mi propia familia, con una nieta de cinco años y un nieto de dos meses que pueden llegar a ser la quinta generación al frente del negocio. También he tratado de aportar cosas a mi sector. Presidí la Asociación de Hostelería y estuve en FADE".

Compartir el artículo

stats