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El XLVI Certamen Nacional de Arte de Luarca, en Oviedo

Un salvavidas para el arte contemporáneo

Las 32 obras seleccionadas del concurso de pintura llegan a la sala Borrón mostrando la mejor cara de la vanguardia

Que la creación de arte está en una situación agónica no es ninguna novedad, y más, en lo que al arte contemporáneo se refiere. Los concursos y los premios se han convertido en el único reducto que anima a los artistas a producir obra, y en el que se atreven a mostrar su cara más original y vanguardista, o lo que es lo mismo, novedosa. Y eso es en lo que se ha convertido el certamen de arte decano de Asturias, el Certamen Nacional de Arte de Luarca, que acaba de celebrar su 46 edición; en una isla en la que decenas de artistas buscan darse a conocer, ampliar su currículum y catapultarse hasta otras plataformas.

En 2015, se presentaron 82 obras a este concurso y el jurado escogió 32, una selección que ayer llegó a la sala Borrón de Oviedo, su primera parada del recorrido que realizará por toda Asturias, y que demuestra que la crisis del arte no viene de la falta de creatividad o de calidad. Esta muestra, que estará hasta el 26 de febrero en Oviedo, transforma este espacio de la calle General Yagüe en una colectiva que funde diferentes técnicas, estilos y tamaños para ofrecer al espectador qué es lo que se está moviendo en el arte contemporáneo de hoy. El recorrido arranca con los dos proyectos ganadores de este año, la escultura "Espacio amueblado", realizada por el cangués Francisco Jesús Redondo, con la que ganó el premio "Ayuntamiento de Valdés", dotado con 4.200 euros; y la fotografía "Detrás", creada por el colectivo artístico DV, formado por la rumana Diana Coandá y el avilesino Víctor Velasco, que se alzó con el premio "Fundación Caja Rural", dotado con 2.000 euros. Dos proyectos que muestran esa investigación, ese interés alejado de las grandes masas y esa importancia de las texturas y los materiales. Unas líneas argumentales que comparten las otras 30 obras de la exposición.

Los materiales industriales, las caras más oscuras de la naturaleza, la introducción de las nuevas tecnologías, le reinvención de las temáticas clásicas, la obsesión por las luces y sombras y la apuesta por técnicas que muchos daban por muertas, como la gráfica o el collage, son algunas de las tendencias más repetidas. En este microcosmos artístico Pataqué presenta el embalaje de su "Queso de mujer"; Helena Toraño rinde homenaje al vinilo con su colorido pop art en "La canción del verano"; Marta Fermín exprime las posibilidades de la gráfica con su delicado "En cambio I"; y Pablo Armesto juega con la luz en "Nordeste". Un mix que demuestra que el arte es inmortal.

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