Si hay una semana animada y alegre en los centros sociales de Oviedo es esta. Además, es la semana en la que los objetivos de comunidad, participación y diversión para todos los públicos que persiguen estos centros se hacen realidad. El pasacalles y el concurso de disfraces del sábado de Carnaval, en el que los centros sociales de la ciudad llevan participando desde hace más de 15 años, se ha convertido en una de las fechas imprescindibles para ellos. Durante meses, grupos de vecinos trabajan en su tiempo libre para pensar la vestimenta más original, la mejor forma de reutilizar materiales; y se entregan por completo en la confección de los trajes, cada uno dentro de sus posibilidades, porque aquí nadie se echa nada en cara.

Ha llegado el gran día. Esta tarde, a partir de las 17:00 horas, los grupos de los 23 centros sociales saldrán de la explanada de La Losa para iniciar el pasacalles que recorre el centro de Oviedo hasta llegar a la plaza de la Catedral, donde se iniciará el concurso de disfraces. Si la lluvia no lo impide, porque hoy es la única que puede empañar su alegría y su trabajo de tantos meses. Porque, a pesar de no ser profesionales, los grupos de los centros sociales llevan trabajando desde octubre para el Carnaval. "En cuanto termina el concurso, ya empezamos a pensar en el disfraz del año siguiente, pero hasta octubre no comenzamos a trabajar", afirma Natalia Álvarez, de 42 años, vecina de San Claudio, y una de las promotoras junto a Saray Lorenzana, la animadora sociocultural del centro. "Este año salen 41 personas, desde un año hasta 60. Pero hace unos años el grupo se disolvió y le pedí a Natalia que me ayudara a recuperarlo. Desde hace seis, son como una piña", cuenta. Y así, consiguieron ser uno de los centros más numerosos del desfile y un habitual en los primeros puestos. "Fuimos ganadores consecutivos los dos últimos años. Este vamos de 'Llevandu los trapos sucios', a ver si repetimos, que no hay dos sin tres", dice Lorenzana. "La verdad que lo bonito es también estar aquí todos. Nos ayudamos unos a otros en la confección y hacemos piña todo el tiempo. Luego vamos de cena y, con el dinero del premio, de viaje. Es súper recomendable", explica Mari Carmen Fernández.

Muy cerca de ellas, en Olivares, María Álvarez, secretaria de la asociación de vecinos, ultima los detalles del disfraz de lata de conservas junto a sus compañeros. "Es el segundo año que salimos y pensamos que este disfraz era algo diferente. Además, Joaquín Sala, el presidente de la asociación, hizo un barquito para acompañar el desfile". "Es el primer barco matriculado en Oviedo", puntualiza Sala. Este año desfilan 24 personas, desde los dos años y hasta los 70. "Lo que más me gusta es la convivencia, venir todos los fines de semana y compartir", afirma Marta Cano. "El premio es que la gente se involucre, si ganamos o no el concurso es lo de menos", destaca Sala. Esa idea la comparten los vecinos de Otero. Este año el grupo es más reducido que otras veces, con 15 personas, pero eso no ha impedido que hayan preparado hasta un tótem de cartón reciclado. "Vamos de pájaros salvajes y de una tribu indígena, y claro, llevan al tótem para adorarlo", cuenta Verónica Álvarez, la animadora del centro. José Luis Merino, de 70 años, es uno de los que más lo disfruta. "Salí con mi nieto hasta que dijo que era mayor y dejó de venir. Ahora vengo con mi mujer", cuenta entre risas. Junto a sus compañeros de diferentes edades comparte todo el proceso. "Todos aportamos ideas y disfrutamos de la preparación, el desfile y la cena posterior,". Pilar Álvarez, de 66 años, lo mira atentamente. Es su primera vez. "La confección me está encantado y el desfile espero que también. Estoy nerviosa, la verdad", dice sonriente.

En El Cortijo, el grupo más numeroso de la cita, también se respiran nervios y emoción. Este año saldrán 48 personas, desde bebés hasta mayores de 70 años. "Llevan meses trabajando dos días a la semana, pero ahora, en la fase final, echan un montón de horas. Esto les une mucho, tienen grupos de What's app, van a cenar, se juntan para ver las fotos", cuenta el animador, Francisco Piquero. "Gracias a esto conoces a mucha gente con la que estás conectada todo el año", explica Geli Galán. Este año, se han decidido por ir de piezas de Lego y entre todos cortan telas, cartones y lo que haga falta. Para Desiré Martínez es su segundo año. "Mi hija vio en el desfile que los niños y los adultos podían salir juntos y me pidió que viniéramos", explica. Algo parecido pasa en Teatinos. Este año salen 33 personas, la mayoría mujeres y niños. "Vienen familias enteras, cada uno aporta sus ideas y son muy animados", cuenta. Este año van de payasos, algo que a María Iglesias, de 60 años, a pesar de llevar más de 15 años desfilando, le hace una ilusión inmensa. "Me encanta, soy la primera que me apunto para organizar y la que no paro de bailar", cuenta. Su vecina, Pilar Cueva, de 53 años, la mira sonriente. "Es mi segundo año. Me gusta el carnaval desde siempre. Esta vez trabajé mucho en la parte creativa, pero todos ponemos nuestro granito de arena para que todo salga perfecto, somos un equipo total". El grupo de la Argañosa es otro habitual de los primeros puestos. Este año van de avestruces y solo piensan en que no llueva y en llevarse un buen premio a casa. "Echamos tantas horas en esto que es mejor no contarlas, pero nos encanta", afirma Margarita Requezo. "Llevo diez años saliendo disfrazada y lo disfruto como el primer día", asegura su compañera, Begoña Fernández. "Antes solo había gente mayor, pero ahora varían mucho y tenemos de todas las edades. Este año desfilan 22 personas, desde los 2 años hasta los 83", cuenta la animadora, Sofía Paredes.