Aún faltaban diez minutos para que llegase el tren. Justo al lado había una mujer que cada poco miraba el reloj con la esperanza de que el tiempo pasase más rápido. Vestía muy elegante, miro el reloj por última vez y se levanto, abrió el bolso, saco una cajetilla y encendió un cigarrillo. Mientras, caminaba por el andén de un lado a otro.

Al llegar el tren se acerco a un cenicero, dejo el pitillo, agarró la maleta y subió; por delante quedaban varias horas de viaje. Coincidimos en el mismo vagón. Pasadas dos horas comenzamos a charlar; tenía ya cierta edad pero para nada lo aparentaba, tras mi sorpresa cuando me confeso sus años no pude aguantarme y mi infinita indiscreción me llevó a preguntar cual era su secreto.

Su respuesta fue poco rebuscada y muy precisa, una alimentación sana y agua de hamamelis. Inmediatamente me puse a indagar en que consistía esa agua "milagrosa". Es un arbusto caduco, perteneciente al genero Hamamelis, con muy pocas variedades, unas originarias de Norteamérica y otras de Asia.

Si deciden llevarse uno a casa les aconsejo que lo planten en el terreno, ya que es un arbusto que dependiendo de la variedad puede a llegar hasta los ocho metros de alto, tamaño que no llegaría a alcanzar si se cultiva en maceta, y esta debería de ser muy grande. No le gusta el terreno seco, tiene que haber humedad, sobre todo en verano y si esta expuesto al sol, rico en materia orgánica y ligeramente ácido. Puede estar a la sombra o al sol, pero en el segundo caso no olviden regar un poco más. Las heladas no suponen un problema para su desarrollo, no se preocupen si viven en una zona de montaña o con clima severo.

Para aquellos que no conocían este arbusto, les diré que es una planta que no debe faltar en ningún jardín, la floración en invierno da color y alegría en la estación mas oscura del año; esta es amarilla o ligeramente anaranjada, a medida que se van marchitando van dando paso a las hojas, que se mantienen verdes hasta llegar el otoño, ahí comienzan a cambiar la coloración hasta que caen.

No olviden abonar en invierno y a finales de verano como mínimo. Una vez pasada la floración y justo antes de que comience a salir la hoja se poda, eliminando las ramas secas, siendo la época mas adecuada a finales de invierno o principios de primavera. Es muy fácil conseguir un ejemplar de hamamelis bien por semilla, por esqueje, o por acodo aéreo. Si germinamos las semillas deben dejarse en agua durante un par de días, y luego directas al terreno.

La época ideal para hacer esto es a finales de verano o principio de otoño. Otro procedimiento es por esqueje; cortando en bisel ramas de unos quince centímetros y poniéndolas a enraizar en una mezcla de arena con turba, en cuestión de unos meses ya podemos tener un pequeño ejemplar listo.

También el acodo aéreo da muy buen resultado en hamamelis. No piensen que esta planta es sensible a plagas y enfermedades, para nada, es muy difícil que nos de algún tipo de problema, como mucho el pulgón, plaga que se elimina muy fácil tratando con agua jabonosa.

Ahora que ya conocen como cultivarla y su valor ornamental, sepan que no se queda ahí, es una planta que se puede usar en infinidad de ungüentos, pero eso si, solo para uso externo; para mejorar el cutis, que lo deja perfecto; eliminar las ojeras es otro beneficio, podemos calmar el dolor de las quemaduras solares y una recuperación más rápida, para las varices se puede usar la tintura, mejora la circulación

Va genial para los golpes y moratones, así que nunca esta de más aplicar un poquito de esta tintura -se lo digo yo que soy muy patosa y siempre ando con las piernas llenas de moratones-. Les recomiendo que si tienen las piernas cansadas y mala circulación también usen el hamamelis, es mano de santo.

La verdad es que no me explico como esta planta no está más extendida. Lo mejor del hamamelis no sólo es su altísimo valor ornamental, sus infinitos usos en cosmética y medicina popular hace que sea indispensable. Así que está claro que nunca debe faltar en el jardín.